miércoles, 11 de julio de 2007

ETANOL Y MEDIOAMBIENTE

Hace poco visitó la Argentina Al Gore con su famosa campaña referida al calentamiento global. El ex gobernante ha adquirido más fama mundial luego que el documental “Una verdad inconveniente” (al que recomiendo absolutamente ver ) ganara un Oscar, que cuando fuera vicepresidente de la administración Clinton. Lo que sorprendió fue la reacción de distintas organizaciones ambientalistas que, montando bicicletas, usando máscaras sanitarias y pancartas alusivas, gritaron consignas contra las multinacionales que “transformarán al planeta en un desierto”. Es que el discurso de Gore cerró el primer congreso americano sobre biocombustibles, apoyando con su alocución el uso de los mismos. Según el norteamericano, el consumo masivo de etanol, especialmente el producido a partir de la caña de azúcar, parece ser una opción mucho más razonable que el de la nafta. El etanol es más limpio, más renovable y la energía que se requiere para destilarlo, se obtiene a partir de la cáscara de la caña de azúcar. Esto genera una serie de subproductos que pueden utilizarse como nutrientes del suelo y da empleo a una vasta gama de mano de obra.
América Latina estaría muy bien posicionada para convertirse en líder mundial en la producción de biocombustibles. Recordemos que Argentina es tercera productora mundial de soja y Brasil segundo en etanol de caña.. En el país carioca un millón de trabajadores devengan su salario directamente de la industria azucarera, mientras que otro millón y medio lo hacen en forma indirecta. Y si USA eliminara los aranceles de importación, los productores regionales verían aumentado en forma sustancial sus ingresos.
Gore en el congreso no pudo dejar de reconocer los inconvenientes del uso del etanol, esto es, nadie ignora que es un treinta por ciento menos eficiente que la nafta común, su uso creciente requiere la adaptación de los motores, y es necesario consagrar grandes extensiones al cultivo de la caña, lo que acarrea el peligro de no solo una disminución innecesaria de bosques con su toda biodiversidad, sino la disminución de alimentos disponibles para los seres humanos.
Los tábanos socráticos de estas latitudes ya han alzado sus voces, y dicen no habría que olvidar dos cosas: a) Las lecciones de la historia b) No olvidar que detrás del ecologista Gore, se esconde un animal político con ambiciones presidencialistas. Justamente en el país que no escatimara en desatar la primer guerra de la historia, por la posesión de una de las fuentes de petróleo más importantes del planeta.
Respecto del primer ítem, la historia debiera servir (como decían los antiguos griegos) para aprender sobre la virtud y para no repetir los errores que en ella se cometieron. Por dar un ejemplo: en el siglo XVI, el imperio español, por entonces el màs poderoso del planeta, calculó mal el costo real de la explotación de las colonias americanas y comenzó a cavar su propia fosa, a escribir su propio “principio del fin”. España estaba confundida y embelesada por el río de oro y plata que cruzaba el Atlántico hacia sus arcas. Aquejada por una constante falta de liquidez, la corona jamás se percató que el esfuerzo económico que significaba armar flotas, construir centros urbanos y fortificaciones militares era inmenso. Mantener todo esto con colonos y soldados destinados a la explotación de unas minas remotas, era una actividad totalmente ruinosa, donde las inversiones resultaban infinitamente mayores que los beneficios obtenidos. La anécdota histórica se me antoja perfecta para ilustrar el error que significaría tomar decisiones importante en materia de energía, tomando en cuenta solo el precio del petróleo, frente a lo que valen en el mercado el etanol u otras formas de combustibles. ¿Cuánto cuesta mantener decenas de miles de soldados listos par intervenir en el Medio Oriente si se cierran los oleoductos sauditas? ¿Cuánto costó la primera Guerra del Golfo (1990)? ¿ No fuè la mala resolución de ese conflicto, el preámbulo de la Segunda Guerra del Golfo (2003) que ya se ha tragado quinientos mil millones de dólares y 3500 vidas norteamericanas?
Gore, embajador energético-ecológico de buena voluntad en el mundo, sabe que la dependencia del petróleo importado tiene para los Estados Unidos un altísimo costo, además de colocar la estabilidad del país mas poderoso del mundo, en manos tan “poco fiables” como las de Iraq , Venezuela, Nigeria, Rusia y Arabia Saudita. ¿Acaso se han olvidado que la famosa crisis del petróleo de principios de los setenta, trajo como consecuencia un brutal aumento de los intereses, la destrucción del capital en la Bolsa, y una recesión sin precedentes? No lo creo. ¿Por qué –entonces- exponerse a una catástrofe similar y no ir abriendo oportunamente el paraguas del etanol con los olvidados y subdesarrollados pibes de Sudamérica?
¿Dónde nos deberíamos meter el etanol (me pregunto) y las miles de hectáreas cultivadas con caña si –en propias palabras de Gore con su discurso de cierre- “los casquetes polares se derritieran, el nivel de las aguas subieran un metro y hubieran 100 millones de desplazados” a los que alimentar? “Si dejamos que esto ocurra” -sentenció el norteamericano - “sería la decisión menos ética y más inmoral de todas las que ha tomado la humanidad, en la crisis más peligrosa que hemos enfrentado jamás como civilización”...

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