domingo, 3 de junio de 2012

La cuestión de la sangre en los Testigos de Jehová: una saga de casi un siglo

En mi opinión “la cuestión de la sangre” en los Testigos de Jehová tiene mucho que ver con los hombres y poco con Dios (lo que sea que eso signifique para cada uno de los lectores). El primer hombre de la saga que quiero reseñar es Joseph Franklin Rutherford, quien fuera el segundo presidente de la sociedad Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania. Rutherford fue un abogado de Misuri que en 1906 se bautizó como testigo y diez años más tarde se hizo con el control total del ente jurídico- comercial que regía la vida de esta denominación cristiana. La historia lo describe como un hombre agresivo, propenso a comportamientos radicales y violentos. En sus discursos identificaba a la Iglesia Católica como el principal enemigo de Dios y por consiguiente el más grande enemigo de toda la sociedad, la acusaba de ser la “madre de todas las abominaciones que hay en la tierra”, “cuna del satanismo” y “la gran ramera del apocalipsis”. Dentro de la organización no admitía disensos, su autoridad era incontestable. Bajo su administración se prohíbe por primera vez comer sangre (1927); celebrar la navidad (1928). El uso de la cruz como símbolo (1928). Desde 1936 los Testigos debían abstenerse también de aquellas vacunas que contuvieran productos originarios o derivados de la sangre. En 1935 prohíbe el saludo a la bandera. Luego incluye a la lista de prohibiciones la celebración de la fiesta de cumpleaños, y el festejo del Día de la Madre (al que Rutherford calificó como el resultado de una “conjura feminista”). Para legitimar el asunto de la sangre se citaban los textos de la biblia Gén 9 3:4; Gén 9 5:6; Lev 7 26:27; Lev 17:10; Lev 17:11; Lev 17:12; Dt 12 23; Dt 12:24; Hch 15:29.




El segundo hombre de nuestra saga es Nathan Homer Knorr, el tercer presidente de la Sociedad que asume en 1942 (y que jamás engendrará hijos). Durante su gestión la negativa referida al consumo, o la asunción de sangre por cualquier vía, pasa a ser obligatoria. A partir de la década del 50 Knorr endurece totalmente su posición al respecto: los Testigos que aceptaban transfusiones de sangre para sí o para sus hijos debían ser expulsados de la organización. Aquí es donde los testigos con problemas relacionados al flujo vital empiezan a dejarse morir como moscas; o a dejar morir a sus retoños sin más. El hecho empieza a dar lugar a una serie de controversias e iniciativas legales que los llevó a los tribunales de todo el orbe, sobre todo aquellos padres que dejaron morir a sus hijos (ante la estupefacción de opinión pública), rehusando obstinadamente de transfundirles sangre o componentes de la misma.

El tercer hombre de la saga es Frederick Franz, el cuarto presidente de la organización y sucesor de Knorr. En un opúsculo llamado “¿Cómo puede salvarle la vida la sangre?” Frederick Franz (quien también jamás tuvo hijos) deja clara cuál es la postura de Watch Tower al respecto, describiendo el denominado “Concilio de Jerusalén”, y la carta enviada por los apóstoles a los ancianos de Jerusalén, registrada en Hechos 15 donde se utiliza él termino (apékomai) “abstenerse” en conexión con cosas sacrificadas a los ídolos, la sangre y cosas estranguladas. Pero los exégetas de la biblia insisten que el termino griego que ellos utilizaron para traducir el texto bíblico (apékomai) tiene el significado básico de “apartarse de” y no “abstenerse de”, lo que puede relativizar el uso de la sangre. Pero esto último interesa poco al feligrés común que -o mejor dicho- tiene pocas o ninguna herramienta para verificar la veracidad de la traducción del griego antiguo (traducción que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte de miles de personas) , si el “Cuerpo Gobernante” exhorta que “abstenerse de la sangre significa no introducirla en su cuerpo, de ninguna manera”… el Testigo raso seguirá esta orden a pies juntillas. El Cuerpo Gobernante funge como órgano máximo de dirección y tribunal supremo del movimiento con sede en Brooklyn. Este órgano es una suerte de cuerpo colegiado de directores, revestidos con un halo de sacralidad (para ser miembro de esto consejo es necesario "ungido" o "elegido"). El Cuerpo Gobernante se ha arrojado a lo largo de casi una centuria la infalibilidad en la interpretación de la biblia; y esto suscita en feligrés común no solo un profundo sentimiento de admiración hacia ellos, sino una obediencia ciega hacia sus dictámenes. Desobedecer sus mandatos y se lo considera “pecar contra espíritu santo” y –ellos aseguran- esto no tiene perdón de Jehová Dios. Por lo tanto todo lo que atañe a los Testigos de Jehová hay que tomarlo con “resignación”: una palabra muy parecida a otras palabras. Parecida a mansedumbre, a sumisión, a renuncia, a paciencia, a sometimiento, a aceptación. Parecida a conformidad. Pero una palabra algo distinta a todas ellas también. Cargada hasta el tuétano de fatalidad. Tomada como un cuerpo enfermo por lo inevitable. Una palabra que pretende transformar en fortaleza, la debilidad más absoluta. Que se propone expresar de una manera más o menos humana, la tan precaria relación con lo animal que llevamos dentro. O la igualmente precaria relación con lo divino, que nos lleva a los tropezones desde afuera, y desde hace ya milenios.




2 comentarios:

Rodolfo Ruiz dijo...

Sólo una palabra me basta para calificar a estos fundamentalistas: asesinos.

Dako dijo...

Creo que estás equivocado. Bajo la administración de Rutherford jamás se prohibió la ingesta de sangre. No fue hasta 1945 bajo la presidencia de Knorr cuando se impone la prohibición de la sangre.

Además, bajo la todavía presidencia del tirano, la editorial WT publicaba cosas como estas:

"Todas las mentes racionales deben concluir que Dios no se oponía a una ingestión de sangre , sino al contacto de la sangre de la bestia con la sangre del hombre." (La edad de Oro, edición de 4 de Febrero de 1931, Pág.294)

“...uno de los médicos en la emergencia principal donó un cuarto de su sangre para transfusión, y hoy la mujer vive y sonríe alegremente...” (Consolación, (25/12/1940), pág. 19, en inglés).

Saludos.