sábado, 16 de mayo de 2009

PLANTÉ UN ZAPALLO


Si como me encantan los mitos -y soy muy propenso a creer en ellos- cada tanto me gusta desmitificármelos: ver el cadáver de Marilyn en la morgue con la incisión pectoral de la autopsia. Descubrir un talón de Aquiles en el Che amén de su asma. Alguna faceta no heroica del general (San Martín), atisbos de oligarquismo en Peròn o en Evita. Rasgos de autoritarismo en Alfonsín o en Illia. Barruntos de transparencia en “Mendes” etc etc
Los mitos son construcciones mentales, son ideas y preconceptos que una persona tiene sobre algo o alguien en base a una serie de impresiones seleccionadas en el flujo total de todas las impresiones – y de las cuales- él es un simple receptor.
Por alguna razón determinados lugares, personas o cosas han creado una imagen muy sólida de sí y que se ha instalado en el imaginario colectivo. Este tipo de imágenes o lugares comunes, no son una reproducción fiel de los elementos representados, sino una selección sesgada de componentes con una fuerte carga simbólica y emotiva para las personas que los sostienen. Esta conjunción de factores hacia un símbolo, persona o cosa hacen que la misma “implote” en “el rebelde romántico” (el Che ), “el padre de la patria” (San Martín), “la abanderada de los pobres” (Evita), “la rubia fatal” (Marilyn), “el padre bueno que todo lo puede”, “el honesto demócrata” etc. Etc.
Cada vez que se acerca el 25 de mayo, casi siempre pienso que las cosas seguramente no fueron como quedaron cristalizadas en los óleos de aquella época, ni en las figuritas “Billiken”de la mía. Desde detalles tontos, como la cantidad de barro y los infrecuentes paraguas para la época, hasta preguntarme ¿Independencia? ¿Estamos festejando in-de-pen-den-cia? ¿De qué, de quién? ¿De Repsol por ejemplo? ¿De telefónica? .
Si tenemos en cuenta que llovía desde hacía un par de días y que faltaban varios lustros para que los desagües se inventaran…, la Plaza de Mayo debería ser un barrizal difícil de transitar para ilustres damas de aparatosos vestidos y caballeros con adustas levitas. No creo que haya habido muchos patriotas dándose galerazos en el barro resbaladizo y pronunciando frases libertarias para la posteridad. Si a esto le sumamos el frío que hace en las mañanas de mayo de estas latitudes, seguramente que French y Beruti (punteros heavies de los indipendentistas) esquivarían más de un estornudo al repartir el primer merchandising político del que se tenga registro en argentina.
Luego, en lo que es hoy el patio del actual cabildo, al que se accede por Diagonal Norte, estaba la cárcel de mujeres, en la que todo el tiempo – las lúmpenes-se asomaban por las ventanas para gritarle barbaridades e improperios de todo tipo a transeúntes y pasantes. O sea, que al típico cuadro con “el pueblo” y los paraguas (si nos situamos de frente al Cabildo) habría que agregarle a la izquierda, unas cuantas prostitutas, ladronas y mecheras que gritaban, pero no exactamente ¡Viva la Patria!. Al todo escenográfico habría que añadirle algún que otro cadáver, de los que aparecían en las afueras de la ciudad y que era usanza de la época colgar en las recovas del edificio para ver si alguno lo reclamaba, lo reconocía o ambos…, así que dejando de lado el espectáculo ofrecido, el olor de Plaza de Mayo no debe haber sido del de Channel Nº 5 precisamente.
Después tenemos una veintena de insignes reunidos a solas en el Cabildo, esto es: algunos militares, algunos sacerdotes, algunos prósperos comerciantes y unos periodistas e intelectuales “amigos”, congregados tres días a deliberar. Afuera el “pueblo” con frío y debajo de la lluvia que “quiere saber de qué se trata”, porque no tiene ni idea de lo que se está cocinando adentro (es curioso como hay cosas que jamás han cambiado en la Argentina en casi dos siglos).
Es que muy pocos saben o han oído hablar de José Bonaparte, verdadero disparador de nuestra fecha patria que –haciendo caso omiso de los rumores de acomodo- se sentó en el trono de España por orden de su hermano: Napoleón.
Aquí, los habitantes poderosos de la ciudad se consultaron entre ellos, y llegaron a la conclusión que debían respeto al Rey de España pero no a “Pepe Botellas” (alias de Bonaparte por su afición al jugo de uva fermentado) así que se reunieron en el famoso cabildo de la Plaza Mayor y resolvieron que un grupo de vecinos notables de la ciudad se harían cargo de esta parte del virreinato. Vecinos de distinta extracción, pero de la misma clase que jamás van a faltar a los grandes acontecimientos políticos de este país en los próximos dos siglos.
¿Y por qué en Buenos Aires siendo que en ese momento no era una ciudad, ni tenía las riquezas del Alto Perú, ni siquiera universidades como Córdoba o Sgo de Estero? La explicación es una y única: Buenos Aires tenía puerto. Y donde está el puerto esta la aduana. Y donde estaba la aduana estaba la guita rápida y fácil proveniente del (entre otras cosas lícitas) contrabando (léase “aduana paralela” ¿les suena?). Muchos locales y españoles habían empezado a amasar grandes fortunas gracias a esto… y España ejercía mucha “presión tributaria” sobre sus súbditos amén de arduos controles.
Por eso le juraron lealtad a su “graciosa y cautiva majestad” (por ese entonces un ente simbólico encarcelado en una Madrid simbólica) haciendo esto, no solo cumplieron con los deberes protocolares respecto de la corona, sino que todas las tasas e impuestos aduaneros que otrora se quedaba el rey, pasaron a manos de la administración vernácula. Es más, adelantándonos en un siglo y medio a Martin Luther King y en uno y monedas a Ghandi, hicimos la primer Revolución no violenta de la historia: No depusimos ningún monarca, no guillotinamos a nadie, no disparamos ni un solo tiro, es más, no derramamos ni siquiera una gota de sangre y nos quedamos con la toda guita. Fuimos muchos más pragmáticos que los insurrectos franceses de la Bastilla: nos inspiró –sí- la libertad, pero la de comercio...
Decidieron que al franchute le iban a cobrar todo, si quería vacas, trigo y demás yerbas proveniente de estas tierras iba a tener que pagar a la aduana en cash y ¡Viva la Revolución! ¡Viva la Patria carajo! ”

1 comentario:

Rodolfo Ruiz dijo...

Excelente! Así se destroza un mito!
Viva la revolución capitalista!!! Jajaja!!!