
Navegando por Internet se pueden encontrar un sinnúmero de Iglesias Evangélicas, Carismáticas, Pentecostales y aledañas hablando todo el tiempo con desinencias bíblicas, con un argot propio y solo entendible para iniciados (¿O debo escribir “elegidos”?) Hay todo un muestrario de presuntuosos pastores con aires de infalibilidad. De gente – super convencida que al guión se los escribe Dios- anunciando con tonos de catástrofe “la segunda venida de Jesús”. Predican un “Rapto secreto”, o un “Arrebatamiento de la Iglesia”. Esto es, tras la segunda venida del Nazareno, todos los “salvos” serán llevados al cielo donde pasarán unas vacaciones celestes de unos mil años en una “Nueva Jerusalén”, para luego regresar a la tierra que será -para ese entonces- una “Tierra Nueva. Se puede apreciar también que están muy divididos entre ellos, mientras que unos sostienen la teoría de la abducción cósmica, otros no se encuentran tanto de acuerdo con la doctrina del “Rapto Secreto” y predican un sinfín neo-mitologías más emparentadas con la ciencia ficción que con algo que conecte con lo absoluto, o por lo menos con el mundo real.
Los Testigos de Jehová (los más heavyes de todos) esperan “El Armagedón”, o la batalla del juicio final entre el bien y el mal. De la cuál ya conocen el resultado (Jehová gana) y elimina de la faz terrena a todos los hijos de Satanás, esto es, a todos nosotros: todos los “no-testigos- de-Jehová”.
Está cofradía cree que Jesús ya regresó de forma invisible en el año de 1914 (lo dije arriba estamos casi en el terreno de la literatura fantástica). Cuando suceda el Armagedón, Jesús llevará tan sólo a 144.000 humanos al cielo (sic), mientras que el resto quedaran en la Tierra, la cual será convertida en un paraíso.
Pero La Segunda Venida de Cristo en general, es la lógica usada en todas las campañas evangélicas como la solución a todos los males de la humanidad. Obviamente, en una sociedad consumista, llena de materialismo, de nihilismo generalizado, egoísmo, intolerancia (y sobre todo ignorancia) son muchas las personas que llegan a aceptar cualquier doctrina, y se unen a las filas de estas iglesias, en las que el libre pensamiento está desterrado.
Lamentablemente muy pocas personas se preocupan por revisar las bases de estás doctrinas, la validez y el contexto en que fueron escritas. Nadie revisa la biografía de Helen G. de White, de Charles T. Russel (y su insospechada filiación masónica) o las publicaciones de la Sociedad de tratados “La Torre del Vigía”. Una vez que una persona se hace Testigo de Jehová, creerá ciegamente que sus publicaciones provienen de Jehová Dios, mientras que uno que se hace adventista cree lo mismo con respecto a los escritos de Helen G. de White.
Siempre que se le pregunta a los creyentes de la Segunda Venida (o del Armagedón), que porqué Jesús no ha regresado, ellos responden que Dios está extendiendo “su misericordia” para que más personas se salven. Sin embargo, este argumento tiene unos inconvenientes lógicos importantes: ¿Por qué tiene Dios que esperar que la gente conozca “su mensaje?”¿Acaso él –en su omnisciencia- ya no sabe de antemano quien se salva y quien se condena? ¿Por qué le da tantas vueltas al asunto? Si Jesús hubiese venido en 1844 (como lo predijo otro ofuscado profeta William Miller), la humanidad se hubiese ahorrado el sufrimiento de la primera y segunda guerra mundial. Entonces, ¿Por qué no regresó? ¿Porque no viene hoy y nos ahorra los sufrimientos que acontecerán esta noche y el día de mañana?
La respuesta de la razón apunta a que la creencia en un Jesús preparando la valijas para regresar al mundo sentado en una nube, es un sin sentido. De la misma forma que lo es creer que la próxima se verá navidad a Papá Noel viniendo en su trineo tirado por renos sobre las nubes del cielo cargado de regalos para los chicos. Éste facilismo es la razón por la que los creyentes del “Rapto secreto”, “El Armagedón” o “La Segunda venida de Jesús” sean más abundantes que nosotros, los escépticos.
La Segunda venida de Cristo forma parte del repertorio mitológico de los cristianos de los siglos I y II. Según la misma Biblia, se puede afirmar que los primeros cristianos ya esperaban la segunda venida para su época, cosa que nunca ocurrió. El movimiento adventista que se originó en el siglo XIX con las predicciones fallidas de un segundo regreso de Jesús por parte de Guillermo Miller y Elena G. de White, para luego en el XX continuar con la de los Testigo de Jehová, hasta el momento lo único que ha generado son millones de dólares en las cuentas bancarias de estas verdaderas trasnacionales de la fe que –mientras esperan el Apocalipsis- no escatiman en aceptar el diezmo de su feligresía, de hacer predicar sin descanso a sus sinceros fieles (un arduo y comprometido trabajo no remunerado dicho sea de paso). No paran de comprar bienes inmuebles valuados en cientos de miles de dólares. Todo esto mechado con los viejos y consabidos ingredientes usados a lo largo de la historia: el miedo y la culpa.
Los Testigos de Jehová (los más heavyes de todos) esperan “El Armagedón”, o la batalla del juicio final entre el bien y el mal. De la cuál ya conocen el resultado (Jehová gana) y elimina de la faz terrena a todos los hijos de Satanás, esto es, a todos nosotros: todos los “no-testigos- de-Jehová”.
Está cofradía cree que Jesús ya regresó de forma invisible en el año de 1914 (lo dije arriba estamos casi en el terreno de la literatura fantástica). Cuando suceda el Armagedón, Jesús llevará tan sólo a 144.000 humanos al cielo (sic), mientras que el resto quedaran en la Tierra, la cual será convertida en un paraíso.
Pero La Segunda Venida de Cristo en general, es la lógica usada en todas las campañas evangélicas como la solución a todos los males de la humanidad. Obviamente, en una sociedad consumista, llena de materialismo, de nihilismo generalizado, egoísmo, intolerancia (y sobre todo ignorancia) son muchas las personas que llegan a aceptar cualquier doctrina, y se unen a las filas de estas iglesias, en las que el libre pensamiento está desterrado.
Lamentablemente muy pocas personas se preocupan por revisar las bases de estás doctrinas, la validez y el contexto en que fueron escritas. Nadie revisa la biografía de Helen G. de White, de Charles T. Russel (y su insospechada filiación masónica) o las publicaciones de la Sociedad de tratados “La Torre del Vigía”. Una vez que una persona se hace Testigo de Jehová, creerá ciegamente que sus publicaciones provienen de Jehová Dios, mientras que uno que se hace adventista cree lo mismo con respecto a los escritos de Helen G. de White.
Siempre que se le pregunta a los creyentes de la Segunda Venida (o del Armagedón), que porqué Jesús no ha regresado, ellos responden que Dios está extendiendo “su misericordia” para que más personas se salven. Sin embargo, este argumento tiene unos inconvenientes lógicos importantes: ¿Por qué tiene Dios que esperar que la gente conozca “su mensaje?”¿Acaso él –en su omnisciencia- ya no sabe de antemano quien se salva y quien se condena? ¿Por qué le da tantas vueltas al asunto? Si Jesús hubiese venido en 1844 (como lo predijo otro ofuscado profeta William Miller), la humanidad se hubiese ahorrado el sufrimiento de la primera y segunda guerra mundial. Entonces, ¿Por qué no regresó? ¿Porque no viene hoy y nos ahorra los sufrimientos que acontecerán esta noche y el día de mañana?
La respuesta de la razón apunta a que la creencia en un Jesús preparando la valijas para regresar al mundo sentado en una nube, es un sin sentido. De la misma forma que lo es creer que la próxima se verá navidad a Papá Noel viniendo en su trineo tirado por renos sobre las nubes del cielo cargado de regalos para los chicos. Éste facilismo es la razón por la que los creyentes del “Rapto secreto”, “El Armagedón” o “La Segunda venida de Jesús” sean más abundantes que nosotros, los escépticos.
La Segunda venida de Cristo forma parte del repertorio mitológico de los cristianos de los siglos I y II. Según la misma Biblia, se puede afirmar que los primeros cristianos ya esperaban la segunda venida para su época, cosa que nunca ocurrió. El movimiento adventista que se originó en el siglo XIX con las predicciones fallidas de un segundo regreso de Jesús por parte de Guillermo Miller y Elena G. de White, para luego en el XX continuar con la de los Testigo de Jehová, hasta el momento lo único que ha generado son millones de dólares en las cuentas bancarias de estas verdaderas trasnacionales de la fe que –mientras esperan el Apocalipsis- no escatiman en aceptar el diezmo de su feligresía, de hacer predicar sin descanso a sus sinceros fieles (un arduo y comprometido trabajo no remunerado dicho sea de paso). No paran de comprar bienes inmuebles valuados en cientos de miles de dólares. Todo esto mechado con los viejos y consabidos ingredientes usados a lo largo de la historia: el miedo y la culpa.