jueves, 20 de enero de 2011

COMPLEJIDADES DE NEON


Hace poco que estoy en Buenos Aires y hace mucho leí un libro de Julio Mafud: “La Conducta Sexual De Los Argentinos”. Leí hace quince años en este libro: “En la sociedad moderna argentina han desaparecido todas las categorías “naturales” del sexo. Todo: Masculinidad, femineidad, normalidad, anormalidad, están sometidos a un proceso violento de cambio”. Mafud para mí se quedó corto, me explico con un ejemplo:
En Buenos Aires, hace poco, visité a un viejo amigo: “el Indio Sarmiento”. Porteño, peronista, bostero, metalero y últimamente convertido a la fe del 2x4. Como se apreciará, la vida del Indio es una suerte de olardía a la coherencia ideológica, excepto por el último punto. Interrogado sobre este último ítem (el porqué de su conversión al tango) me respondió:
-“Cuando se es adolescente todo lo que uno necesita es rock y, como adolece entre otras cosas de un gusto formado, cualquier bondi de deja algún lugar. A los veinte eran los Clash y Sumo, pero a los treinta el rock ya no te ofrece más respuestas y, llegando a los cuarenta ya ni siquiera te ofrece preguntas. A los cuarenta todo es puro cuento”
Allí, en el mismísimo equipo de audio donde antaño –doy fe- habían estallado Black Sabath, Led Zeppelín, Venom y Exiter, hoy desgranaba un tango la oxidada voz del “Polaco Goyeneche”. De pronto y –como para demostrarme empíricamente la aparente coherencia del todo- con el control remoto Sarmiento hizo un cambio de CD, donde los V8 empezaron a aullar una versión trash-metal de “Cambalache”. Versión que –intuyo- hubiera revuelto a Discépolo en la mismísima tumba.
- ¡El “kía” era un heavy o un punk Tano, sentí esa letra!- agregó eufóricamente - lo que pasa es que el heavy o el punk todavía no se habían inventado. ¿Te das cuenta que somos la primera generación que vio a sus estrellas de rock hacerse viejos? De observar a Van Morrison y a los Stones nos damos cuenta de cómo la gente crece, de observar a los Bee Gees o a ELO (Electric Light Orchestra) nos damos cuenta de cómo la gente simplemente se hace vieja, gagá o muere. Quizá por eso es que esta música hoy es nostalgia, pero el Polaco…el Polaco suena como si hubiera grabado esto ayer a la tarde. ¡Què lo parió!
Sarmiento estaba sentado frente al televisor. Con el teléfono en las rodillas, un pedazo de pizza fría sobreviviente de la cena de anoche y el diario en el apoyabrazos del sillón. Mientras relojeaba unos avisos en la hoja de clasificados, le pregunté si estaba por comprar algo, porque no me lo imaginaba buscando un laburo en los clasificados. El Indio me miró y señalando la caja fría y grasosa de pizza me dijo si no quería un pedazo. Le dije que no con un gesto cercano al asco. Sarmiento agregó semiatorado entre tos y tos :
-Esta noche voy a llamar una minita con el mismo sistema de delivery-pizza. Cuando se vaya vuelvo a poner al Polaco, miro una película serie B en la tele, me sirvo un vaso largo (bién largo) de Juanito Caminador etiqueta negra, y cuando me canse de disfrutar de la vida, decido si me suicido o si me voy a dormir hasta que tenga que levantarme” ,me dijo con un muy porteño gesto de desdén en la comisura de los labios.
Entonces trato de convencerlo sobre las ventajas de construir una relación seria con una mina como la gente. Un pequeño proyecto de pareja, una convivencia, una vida juntos… un cachorrito, qué se yo, eso, vos me entendés nocierto?
-¡No me jodàs Tano, se te nota que sos provinciano! Yo ya me comí todas las inferiores, a los veinte uno se banca cualquier loca que ande suelta por las mismas razones que escuchàs a los Clash o los Sumo. A los treinta y pico, con un divorcio encima y varias carreras ganadas y perdidas, uno ya sabe que por más buena que esté si está mal de la azotea no hay forma. A los cuarenta uno tiene la certeza que para involucrarse con una dama no debe ser menos que eso, una verdadera dama, y ya no quedan. Entonces se recurre al sistema de delívery-pizza. Además, a mí de chiquitito me enseñaron que el sexo es algo sucio, y que había que ocultar, así me gusta el sexo a mí. Lo único que necesito hoy es un poco de sexo... decime, ¡pero con una mano en el corazón! ¿Qué te parece mejor? ¿“Ardiente brasilera nivel ejecutivo”, “Tetamanti cumple todas tus fantasías”, o “increíble rubia labios- de- fuego- nunca Barby”?...

Fuente: Julio Mafud, “La conducta Sexual de Los Argentinos” Editorial Distral, Bs. As 1988.

miércoles, 5 de enero de 2011

FIESTAS


Yo sé que la gente constantemente necesita estar festejando cosas. También sé que con el paso del tiempo -y los años- me he vuelto más intolerante y taciturno. Frecuentemente y por razones que tienen que ver con la diplomacia conyugal o la paz familiar, me he sorprendido a mi mismo sentado en el living de una casa totalmente ajena , rodeado por absolutos desconocidos, o apenas conocidos, con los que no solo no tengo nada en común, sino nada de que hablar..(¡Que cosa el tiempo!¿No?..y Boquita? etc.etc. ) . Generalmente estoy frente a una serie de cuadraditos y rodajitas comestibles (a veces semicomestibles) preguntándome porqué he reincidido en una fiesta, cuando la última vez me había jurado justamente eso: que era la última. En mis épocas de soltería, o cuando estaba recién separado eran una buen ocasión para establecer un primer contacto con el sexo opuesto...hoy son lo opuesto del sexo. Cuando viví en Italia llegué a pensar que fiestas y juntadas estaban justificadas en el plano moral, solo por las habilidades culinarias de los dueños de casa. Pero con lo años he llegado a una verdad universal e inmutable: nada en el mundo supera las milanesas al escabeche de mi tía Aída. No importa en la parte del mundo en que me encuentre, ni del chef del que estemos hablando.
Para no aburrirme en las últimas fiestas a las que asistí empecé a mirar la gente con ojos entomológicos y a descubrir que en las mismas , las personas cumplen con roles predecibles: el chistoso, el alegre-optimista, el recién separado /a, el hipocondríaco /a , el callado /a, el discutidor /a, el conciliador. El tipo de peluquín obvio que se comporta como si fuera su melena natural de toda la vida. Yo respondo al perfil “callado-contrera-en-fiesta”, y generalmente abro la boca para evidenciar alguna contradicción ante la sorpresa o el espanto de algunos. Por ejemplo, si el ambiente es muy radicheta (o gorila) hablo de las innegables virtudes-habilidades del General. En este caso generalmente agrego que fue el primer presidente en sentar a la clase obrera argentina en la mesa de negociaciones con la patronal. Si pasa lo contrario, digo que como “La Tortuga” no hubo presidente bueno y honesto, lástima que durara tan poco.... y así...hasta el pingüinaje y la interminablería.
En la última fiesta a la que asistí, la gente presa de un raptus económico-consumista se había levantado a las siete de la mañana para cocinar cantidades de comidas que hubieran alimentado a media África agonizante. Uno de los comensales había traído un cerdo entero especialmente asado en el horno de una ignota panadería: con cabeza, dentadura blanca en total exhibición y gesto crujiente de no haber tenido una muerte feliz.
Antes de medianoche, varios beodos evidentes dirigían palabras pobremente dotadas de coherencia a sus hijos, consortes y nietos. Algunos con el tiempo, se retiraron repetidamente al baño a cumplir con el antiguo ritual romano del “vomitorium”. Al las doce el cielo pareció derrumbarse sobre nosotros y varias madres tuvieron que llamar a la prudencia de sus cachorros ya que –afirmaban- no querían terminar con ellos en el hospital curándoles quemaduras de gravedad.
Al otro día -la ciudad enmudecida- nadaba en basura y moscas. Supe por el noticiero que a un niño o niña de tres años lo había matado una bala perdida en Bernal, y que habíamos osado llamar a todo esto “Navidad”. Jamás (juro) en toda la noche, escuché una reflexión sobre aquel que le daba motivo o nombre a la fiesta. Jesús, “El Nazareno”, había sido el “gran ausente” de la misma, como Godot en la tragicomedia en dos actos de Samuel Becket. Los rigurosos “feliz navidad” de la noche anterior, me retumbaron en la cabeza como frases desprovistas de sentido ¿Cuál es el sentido de nuestras fiestas posmodernas? ¿Por qué no llamamos las cosas por su nombre? ¿El “Potlach” de fin de año por ejemplo? A veces creo que los antiguos eran más brutales pero mucho menos caretas que nosotros. Los romanos sin ir mas lejos, se juntaban explícitamente a emborracharse, a comer manjares, a tirarse sobre vestales al igual que sobre prostitutas. Se lee en algunas crónicas de la època: “el cumpleaños de Cayo, en el que ofrecerá diez prostitutas vírgenes y caviar recién extraído del mar Caspio, junto a la posibilidad de someter a la esposa de Domiciano, como parte de un castigo que su propio esposo le ha impuesto”... No digo que yo participaría en una de esas fiestas, pero debemos reconocer a) que eso es llamar las cosas por su nombre, sin eufemismos lechuguinos. b) esas sí que eran fiestas.
Ya es suficientemente difícil encontrar interlocutores válidos en la vida cotidiana que decodifiquen lo que queremos decir, ¿Por qué pretender que nos divirtamos al encontrarnos con perfectos desconocidos, semiconocidos o detestables conocidos en una “fiesta”?...Ah, se me olvidaba: ¡Felicidades!