lunes, 18 de agosto de 2008

LA TORRE DE PAPEL


La primera vez que estuvimos en mi casa materna, al ver las estanterías llenas de libros mi mujer me preguntó si los había leído todos. Sorprendido y entrecortado le respondí que no, que lo había intentado, pero que no había tenido tiempo suficiente.. Ese mismo día, el almuerzo me sorprendió reflexionando acerca de la horrible sensación de no tener tiempo para leerlo todo...o al menos lo suficiente.
Me levanté de la mesa, busqué mi vieja calculadora y comencé a tipear algunas divisiones.
Desde Homero hasta nuestros días, se han publicado en el mundo unos doce millones de títulos. Un lector concienzudo podría llegar a leer unas tres obras por semana (no hablemos de “entender” tales obras). Si dividimos doce millones en tres, nos da una cifra entristecedora: cuatro millones de semanas. A su vez, si un año tiene cuarenta y ocho semanas, necesitaríamos 83.3333 años leyendo de a tres libros y más de mil vidas de unos ochenta años para terminarlos. Desahuciante.
Con reverberaciones borgeanas, Antonio E. Brailosvsky en su libro “La ecología en la Biblia”, paragona esta inconmensurable torre de libros escritos con una nueva torre de Babel. Una torre que no está edificada con ladrillos - esto es claro - sino con palabras. Lejos de llegar al cielo, esta nueva vigía no solo está sin terminar, sino que generación tras generación, se le van a agregando nuevos volúmenes en el intento humano de comprender el mundo, lo conocido y el devenir de ambos. Por primera vez en la historia de la humanidad existen cada vez más información sobre parcelas de conocimiento cada vez más fragmentadas y pequeñas. Cada vez sabemos mucho más sobre mucho menos.
En muchos de estos libros escritos a lo largo de milenios, la idea de una tierra quieta e inmutable está presente con tanta fuerza que hemos tenido reales dificultades en imaginarla de otra manera, esto es, con la variabilidad y la mutabilidad que caracteriza todo lo que nos rodea. Por ejemplo, hace unos cuantos miles de años todo comenzó a enfriarse y el mundo se cubrió de una gruesa capa de hielo, dando comienzo a una larga era glacial en la que se supone murieron todas esas lagartijas gigantes que hoy llamamos dinosaurios. La sucesión de períodos cálidos y fríos son una constante en nuestra historia climatológica desde hace mucho tiempo
Más de una vez –debo confesar- y en medio del “vértigo global”, cada vez que ha temblado una bolsa, ha estornudado un mercado, o se ha sacudido un imperio, he tenido la sensación que esta torre de papel se tambalea cual gigante ebrio.¿ Nos servirá – mejor dicho- servirá de algo hoy todo ese conocimiento acumulado para detener las consecuencias del cambio climático; o de un repentino levantamiento del nivel de las aguas habida cuenta del actual derretimiento polar? Si la respuesta es no, ¿Habría valido la pena entonces leer los doce millones de libros? El futuro siempre fue horrible.

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