Dicen que uno no conoce realmente a su cónyuge sino hasta que se separa. Un buen día te despertàs y -si tenès suerte- estàs durmiendo con un extraño, sino con el enemigo. Aquella persona con el aura llena de flores de la que te enamoraste; aquella persona que te besaba y te necesitaba. La persona que te esperaba y juraba y perjuraba que lo de ustedes era distinto, que iba a ser par siempre etc. etc... està a punto de destruirte. Ha cavado una trinchera con la ayuda de un Código Civil y está a punto de disparate con artillería pesada... mal. Pero mal de verdad.
Si te madrugaron, y el instinto de supervivencia (o el mal uso de la razón) no te advirtió que pedir un poco de filantropía o una tregua es inútil. Si trataste de dialogar, de componer las cosas, de entender que está pasando o qué pasó...comprobàs dolorosa y empíricamente que es peor. La otra parte, ahora más segura de su poder (probablemente “endorfinada” por otra o una nueva relación) se reafirma en su postura de dureza. A estas alturas empezàs a intuir que el amor tiene por contrarios no a uno, sino a dos componentes: al odio y su prima-hermana, su majestad “la indiferencia”. Ni siquiera conocès a la persona que tenès adelante, es como si por años hubieras tratado con el amable e inocuo Dr. Jekyll y de repente aparece Mr. Hyde en todo su horror, con toda su oscura magnificencia. “El otro” está frente tuyo, éstas viendo su sombra , la que nunca viste, o la que nunca quisiste ver...depende. “El otro” -tu conocido ex cónyuge- se te antoja una persona extraña, ajena. Es la esfinge, la desmejorada máscara de látex de sí mismo. Entonces alguien dispara el primer cartucho y la guerra comienza. Pasàs del madrugòn inicial, a la toma de conciencia de la herida. Del dolor profundo, a la impotencia, pasando por la rabia y llegando a un estado de beligerancia total. Aparece tu sombra. Sos tu sombra.¿Por qué? te preguntàs en medio de ese batifondo emocional del que surgen fantasmas de todos los colores, sabores, tamaños, formas y medidas. ¿Por qué? No cesàs de preguntarte. Vuelven a volar como ráfagas los artículos del Código Civil y el “Derecho de familia” se transforma en un arma arrojadiza entre las partes. Los chicos en un botín de guerra. Es probable que a esta altura “El otro” - por sí mismo o a través de un letrado- haya enumerado puntillosamente las razones ( algunas falsas otras verdaderas ) de su alejamiento. Entonces si todos estos años viviste sumido en un limbo autocomplaciente ( no quise escribir “nube de pedo”) te caen todas las fichas juntas y descubrìs que para “el otro”, vos también eras “Otro”. Para ese entonces ambas partes empiezan a preguntarse con quién han compartido los últimos años de toda su vida y –sobre todo- por qué lo han hecho. “El Otro” te parece aún más extraño, más “otro” que nunca. Si alguien gana esta batalla, seguro que se tratarà de una “victoria pìrrica”, esto es, un triunfo por el que se ha pagado un precio tan alto, que es imposible distinguirlo de una derrota (familia y bienes divididos, hijos traumatizados etc) La pregunta que surge es ¿Cómo oponerse a las fuerzas de cambio que están implícitas en todo el quehacer humano y de las cuales las relaciones de pareja no son la excepción?
Hace poco el ala progresista del parlamento alemán sorprendió al mundo al presentar un proyecto de ley, mediante el cual se hacía del matrimonio civil un acto renovable cada siente años. La pareja podía optar después de un septenio, si remozaban por otro período igual o no. Me pregunto si esto no está más cerca del Derecho Natural, digo, el de la naturaleza humana, orgánica, biológica, endocrinológica de las personas, que sentencia que a los siente años la persona que elegiste, no te va a hacer secretar ese complejo cóctel de hormonas y endorfinas -del cual- el enamoramiento es su resultado.¿Es un acto de ingenuidad pedir un “para siempre” en estos u otros días?, ¿Tuvo descarnadamente razón
Marcel Proust, cuando declamó que “la esencia del amor radica en que el ser amado no existe sino en la imaginación del amante”?
Hay una película argentina que me encanta, y en la que en una época me vi patéticamente reflejado, se trata de la tragicomedia “No sos vos soy yo”. Hay una secuencia en la que el protagonista Diego Peretti, enloquecido de dolor y devastación por el abandono (ya sè lo que están pensando los psicólogos) de su mujer, vuelve a la casa de sus padres, a su cuarto, a sus cosas. Luego de sumergirse en el líquido amniótico de una bañadera tibia, la historia tiene un punto de giro. A partir de ahí comienza a renacer, lentamente. Milimétricamente comienza tejerse una nueva vida a través de una serie de actos nimios, humildes, pero altamente positivos. Al final la alquimia se produce y sale de la experiencia siendo otro hombre, más sabio, más luminoso, menos inercial, mucho más humano y rico. Y sobre todo, vuelve ....no se las cuento véanla, vale la pena.
Si te madrugaron, y el instinto de supervivencia (o el mal uso de la razón) no te advirtió que pedir un poco de filantropía o una tregua es inútil. Si trataste de dialogar, de componer las cosas, de entender que está pasando o qué pasó...comprobàs dolorosa y empíricamente que es peor. La otra parte, ahora más segura de su poder (probablemente “endorfinada” por otra o una nueva relación) se reafirma en su postura de dureza. A estas alturas empezàs a intuir que el amor tiene por contrarios no a uno, sino a dos componentes: al odio y su prima-hermana, su majestad “la indiferencia”. Ni siquiera conocès a la persona que tenès adelante, es como si por años hubieras tratado con el amable e inocuo Dr. Jekyll y de repente aparece Mr. Hyde en todo su horror, con toda su oscura magnificencia. “El otro” está frente tuyo, éstas viendo su sombra , la que nunca viste, o la que nunca quisiste ver...depende. “El otro” -tu conocido ex cónyuge- se te antoja una persona extraña, ajena. Es la esfinge, la desmejorada máscara de látex de sí mismo. Entonces alguien dispara el primer cartucho y la guerra comienza. Pasàs del madrugòn inicial, a la toma de conciencia de la herida. Del dolor profundo, a la impotencia, pasando por la rabia y llegando a un estado de beligerancia total. Aparece tu sombra. Sos tu sombra.¿Por qué? te preguntàs en medio de ese batifondo emocional del que surgen fantasmas de todos los colores, sabores, tamaños, formas y medidas. ¿Por qué? No cesàs de preguntarte. Vuelven a volar como ráfagas los artículos del Código Civil y el “Derecho de familia” se transforma en un arma arrojadiza entre las partes. Los chicos en un botín de guerra. Es probable que a esta altura “El otro” - por sí mismo o a través de un letrado- haya enumerado puntillosamente las razones ( algunas falsas otras verdaderas ) de su alejamiento. Entonces si todos estos años viviste sumido en un limbo autocomplaciente ( no quise escribir “nube de pedo”) te caen todas las fichas juntas y descubrìs que para “el otro”, vos también eras “Otro”. Para ese entonces ambas partes empiezan a preguntarse con quién han compartido los últimos años de toda su vida y –sobre todo- por qué lo han hecho. “El Otro” te parece aún más extraño, más “otro” que nunca. Si alguien gana esta batalla, seguro que se tratarà de una “victoria pìrrica”, esto es, un triunfo por el que se ha pagado un precio tan alto, que es imposible distinguirlo de una derrota (familia y bienes divididos, hijos traumatizados etc) La pregunta que surge es ¿Cómo oponerse a las fuerzas de cambio que están implícitas en todo el quehacer humano y de las cuales las relaciones de pareja no son la excepción?
Hace poco el ala progresista del parlamento alemán sorprendió al mundo al presentar un proyecto de ley, mediante el cual se hacía del matrimonio civil un acto renovable cada siente años. La pareja podía optar después de un septenio, si remozaban por otro período igual o no. Me pregunto si esto no está más cerca del Derecho Natural, digo, el de la naturaleza humana, orgánica, biológica, endocrinológica de las personas, que sentencia que a los siente años la persona que elegiste, no te va a hacer secretar ese complejo cóctel de hormonas y endorfinas -del cual- el enamoramiento es su resultado.¿Es un acto de ingenuidad pedir un “para siempre” en estos u otros días?, ¿Tuvo descarnadamente razón
Marcel Proust, cuando declamó que “la esencia del amor radica en que el ser amado no existe sino en la imaginación del amante”?
Hay una película argentina que me encanta, y en la que en una época me vi patéticamente reflejado, se trata de la tragicomedia “No sos vos soy yo”. Hay una secuencia en la que el protagonista Diego Peretti, enloquecido de dolor y devastación por el abandono (ya sè lo que están pensando los psicólogos) de su mujer, vuelve a la casa de sus padres, a su cuarto, a sus cosas. Luego de sumergirse en el líquido amniótico de una bañadera tibia, la historia tiene un punto de giro. A partir de ahí comienza a renacer, lentamente. Milimétricamente comienza tejerse una nueva vida a través de una serie de actos nimios, humildes, pero altamente positivos. Al final la alquimia se produce y sale de la experiencia siendo otro hombre, más sabio, más luminoso, menos inercial, mucho más humano y rico. Y sobre todo, vuelve ....no se las cuento véanla, vale la pena.
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