La corrupción en la Argentina es como el ave fénix: siempre se está muriendo, pero constantemente está resucitando (¿O acabo de escribir una ingenuidad?). Las autoridades continuamente la están matando con sus declaraciones oficiales, o parte de la prensa con su silencio cómplice, pero ahí está, volviendo una y otra vez a la vida en los “pequeños” y grandes hechos de la crónica. Algunos como simpáticas notas al pié de página de la historia (¿Se acordará alguien de los pollos contaminados de Ricardo Mazolin sobreseído puntualmente en 1995?) otros como verdaderos tsunamis de filosofía incontinente.... parecidos de Felisa Miceli la ex ministro de economía. Jorge Lanata desde el diario Perfil disparó al corazón del kirchnerismo denunciando el inexcusable y burdo “affaire” de la bolsa de dinero en el baño de la ministro.
Supongo que debe haber un momento maldito en el cual el poder te nubla la mente, se te produce un “black-out” cerebral y entonces lo lícito y lo ilícito ceden lugar a aquello que se puede o no hacer. Ese debe ser el principio, la verdad de la milanesa. Entonces te pueden encontrar 100.000 pesos y 31mil y pico de dólares en el baño de la oficina del ministerio que dirigís y cuando te interpelan al respecto podès –como siguiendo un guión de Enrique Pinti- decir: “Esto es una campaña sucia en mi contra de gente que mueve muchísimos intereses”. “Alguien quiere quedarse con este ministerio”. Debo confesar que frases como estas me llegan al alma, al centro de mi propia e inerme ingenuidad.
Lo dije en un artículo que escribiera para el “cacerolazo” 2001 hay épocas de cinismo y épocas de ideales. Para mí la inequívoca apoteosis del cinismo político en este país fueron los 90, pero estos tiempos tampoco se le queda atrás. El cinismo es un magma desordenado y viscoso semejante a la cima de una montaña, da la impresión de un período terminal, de un “ hasta aquí hemos llegado”, que no permitirá más la vuelta de las ilusiones. Y he aquí la paradoja: cínicamente los tiempos cínicos se hacen pasar siempre por otra cosa y consiguen su obra maestra: “ que quede mal hablar de cinismo” en estos casos. Siendo todo el juego tan cínico, que hay que afrontar la posibilidad de ser ortiba descubriendo o interrogándose sobre lo que pasa.
Y a propósito de impopularidad, dicen que el hábito no hace al monje, ni la barba al filósofo. También se dice que “la manzana más dulce es siempre la primera en pudrirse” y al respecto debo confesar que las denuncias de manejo fraudulento contra la ministro de medio ambiente Romina Picolotti me dejaron helado. La ministro es joven, muy joven. Siendo esta època de la vida en general la época de los idealismos, es decir, de lo no-cínico. “Idealista” en este sentido quiere decir creer en la posibilidad de lo mejor, es decir, de “cambiar el mundo”, de “mejorar la situación”, de hacer un mundo, una argentina en este caso más “ecológica”, mas (si se me permite el oximoron ) “limpia”. La explicación cínica del porqué de este idealismo es “juvenil” es muy simple: el joven es idealista precisamente porque es joven, porque ha vivido poco tiempo y -por lo tanto- no tiene la experiencia suficiente para darse cuenta de que un ideal es “un imposible necesario”, y de que “todo el mundo tiene su precio”. El cínico, decía Óscar Wilde, es aquel que conoce el precio de todo y el valor de nada. Decía, la expresión lánguida con dejo a hippie ( o al menos a chica “flower power”) de la ministro me caía bien, digo... icònicamaente hablando. La mina había trabajado para todo el mundo sensible a la ecología, recibiendo inclusive premios internacionales. ¿Se habrá preguntado alguna vez en el transcurso de su ecológica carrera cuánto oxígeno de nuestra maltratada atmósfera consume un jet privado al llevar una sola personita desde Bs. As a Còrdoba?
Ser cínico implica haber reflexionado sobre la suerte de la honradez y haber concluido que compensa actuar siempre según el propio interés, a veces con la verdad, a veces con la ocultación de la verdad, a veces con el disimulo, a veces con la mentira, a veces con la presentación de la verdad como mentira o de la mentira como verdad.... lo dije al principio y me pesa: también hoy corren tiempos de cinismo. En la curiosa conferencia de prensa ofrecida por Piccoloti para hacer los respectivos descargos sobre las acusaciones de Clarín, la funcionaria no emitió palabra alguna, haciéndose cargo de toda la parte fonética el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Que -dicho sea de paso- diò origen una cosa nueva en el mundo del periodismo: la conferencia de prensa donde no se le està permitido a la prensa hacer preguntas. Da bronca.
Hasta este articulo me da bronca, escribo como si lo único que importara en el mundo es lo que le pasa a la gente que tiene poder. Es esto lo que están diciendo los medios todo el tiempo. Creo el mundo sigue adelante porque hay personas simples que simplemente hacen su trabajo cotidiano y, con una cándida sencillez, realizan cada día el trabajo de creer en un futuro mejor. Es como si la fe de esos “creyentes” sostuviera verdaderamente al mundo. Aún en épocas de cinismo.
Coming soon...
Hace 11 años
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