jueves, 30 de septiembre de 2010

EL VIAJE COMO METAFORA DE NOSOTROS MISMOS


El viaje forma parte de nosotros, de nuestro inconsciente colectivo, está en las raíces culturales inmediatas del Occidente europeo y de América en su acto fundacional. Camina en nuestra estructura cultural y en nuestra percepción del mundo. Las nuevas generaciones como las antiguas, buscarán siempre lo nuevo, lo desconocido, lo no trillado, porque de esta manera se encontrarán a sí mismos, afirmarán su identidad y su realización como personas e individuos: el ansia de viajar como metáfora del conocimiento, morirá - solo- con los seres humanos.
Por esto, el turismo además de placer, es necesidad y por eso tenderá a crecer intensivamente en los mercados de demanda tradicional y no tradicional con la aparición y consolidación de nuevos productos, nuevos destinos y nuevas formas de organización, comercialización y gestión.
La demanda turística crecerá incorporando nuevos flujos de viajeros, nuevos turistas, nuevos buscadores de lo eterno, porque esa búsqueda que plantea el viaje, en definitiva el Turismo, será cada vez más una necesidad y menos un lujo. Si a ello unimos la facilitación y simplificación de los desplazamientos, nuestra afirmación no es descabellada.
Pensemos que la idea del viaje está en los orígenes culturales y antropológicos de la Civilización Occidental, en los poemas homéricos de la Odisea y de la Ilíada, donde el tema del viaje en su significado misterioso e iniciático y del viajero, encarnado en su protagonista, Ulises, quien debe realizar un laberíntico viaje desde las ruinas de Troya hasta su casa solariega en Itaca, da comienzo al mito del viaje iniciático que después se repetirá una y otra vez en la literatura europea, como una especie de eterno retorno, donde los protagonistas del viaje procederán al reencuentro y a la profundización de la propia identidad a través de un doble viaje interior y exterior. Esta figura se repite una y otra vez en los paradigmas culturales y sociológicos occidentales, que han orientado los modos de pensar y de entender la vida por europeos y americanos desde la antigüedad, tanto en su dimensión literaria, pasando desde nuestro “Martìn Fierro”; “El Quijote” de Cervantes a las aventuras de Julio Verne, Kipling, Conrad o el Ulises de Joyce, hasta los homéricos protagonistas de “On the road” (En el camino) de Jack Keruac, personificación de las generaciones “Beat” e “hippie”, tan paradigmáticas de nuestro tiempo, como en sus posteriores plasmaciones artísticas, hasta llegar a las cinematográficas orientadas al consumo de masas.
De ahí la fuerza y la expansión del fenómeno turístico y su inagotable caudal y potencial, independientemente de las fases del ciclo y de las etapas e recesión o alza de la actividad; puesto que en realidad el viaje (y su componente de aventura, que no es sino el aproximarnos a lo desconocido, de forma más o menos controlada) es en definitiva una necesidad de nuestro yo interior, que necesita de este tipo de alimentos para su equilibrio y armonía.
Fuente: Tesis docoral Francisco Jose Calderòn Vazquez "Distrito Turìstico Rural"

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