Mi amigo Daniel tiene toda la sintomatología del neo-separado-quemado: sus diálogos (en realidad extensos monólogos) son como una sucesión indefinida de letras de tango. Su vida actual parece escrita por Sófocles (el padre de la tragedia griega) su tono de voz es pausado y monocorde; cuando habla tiene la mirada perdida en el infinito y un enarcamiento constante de las cejas hacia arriba. “La mujer es el Único Misterio, comparado con ellas, el origen del Universo, el sentido de la vida y aún la Santísima Trinidad son dudas menores Tano”; me dice en un café del Once: fuma copiosamente, apura un café ultra-cargado y tiene ojeras de no haber dormido bien en la última semana. Está desafeitado, la barba entrecana evidencian sus cuarenta y ocho largos. Es abogado. Vivió con varias mujeres antes y después de casarse. Sin embargo me jura que cada vez las entiende menos. - “Ellas nos vienen observando desde hace siglos- continua- saben cómo funcionamos, que decirnos, cuando pestañearnos, cuando sonreírnos, que botones nos tienen que tocar; y nosotros ¿Qué hacemos Tano? ¿Eh, que hacemos?; las miramos con pasión arrebatadora todo el tiempo, con un reflejo atávico e indominable que permite calcular formas, texturas, volúmenes, tamaños y diseños corporales…pero que nos deja en gran desventaja: mirar no es lo mismo que observar ¿me entendés? ni es lo mismo, ni es igual. Y se merecen que las miremos che, porque son bellas (¡que lo parió!), notoriamente más fuertes que nosotros, seductoras, son capaces de multiplicar la especie y quedarse con nuestro corazón: nada ha creado la naturaleza que supere la mujer Tano (¡puta madre!) nada. Pero entenderlas, lo que se dice entenderlas… eso es otro tema; harina de otro costal”. Entonces yo aventuro con mucho tacto:
-“Quizá es más innecesario que imposible entender a las mujeres Dany, es en ese desconcierto metafísico, en esa diferencia irremontable que está el secreto del erotismo y la atracción. No hay que quejarse, hay que disfrutar. Si no se entiende, vamos bien”.
-¡Error Tano, gran y grave error! -agrega exaltada y casi violentamente - eso lo decís porque en el fondo estás bien con tu “jermu”;las mujeres se divierten con nosotros como se divertía Nicolino Locche con los pegadores frontales ¿O no? (Daniel es fanático de ese arte incomprendido llamado boxeo). Yo lo miro con cara de poker, agrego un neutro “Uhmm”, creo que Daniel exagera pero no me animo a contradecirlo. Está recién separado y necesita una oreja, un sparring. Además, un separado no es un soltero. Un separado es un solo. Y un neo-separado es un solo nuevo con grandes problemas emocionales. Así nomás. A los pocos minutos del corte con su ex, un millón de sensaciones contradictorias se le han instalado en el cuerpo, las hormonas y el alma. Podrá mostrarse ante el mundo y ante su mismísimo espejo como un tipo nuevo, eufórico, lleno de planes, liberado, serenamente feliz. Y también sentirse dominado por una secreta furia, un deseo de venganza inconfesable y virulento. Estará lleno de inseguridad, de una sensación de fracaso indecible, con el corazón roto y probablemente la cuenta bancaria en rojo, dispuesto a babearse ante cualquiera, a seducir indiscriminadamente solo para demostrarle al mundo entero –a él- que todas son iguales, como las perras e ingratas de los tangos.
Los estados de ánimo fluctuarán y, de pronto, las tareas del nuevo hogar (no importa si es un monoambiente) abrumarán al neo separado como si tuviera que realizar los siete trabajos de Hércules. Aparecerán objetos nuevos, a veces desconocidos, a veces inmanejables: lavarropas, escobas, multiprocesadoras, planchas, hornos etc. La historia pasada, las culpas, las peleas, las acusaciones mutuas serán revisadas una y mil veces contra la almohada y en la oscuridad de la noche (¡Auch!). Desde ahora en adelante habrá que ponerle pecho a lo que viene. Y lo que viene es generalmente un nuevo rol, un nuevo espacio, un nuevo tiempo. Un nuevo despelote en suma. No es fácil (para ambos) hay que prepararse porque al lado de este nuevo, resbaloso, inestable y peligroso terreno…el Rubio de Camel (¿Se acuerdan?) circulaba por autopista despejada y sin piqueteros a la vista.
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