La historia de Ram Bahadur Bomjan me llegó en una etapa de la vida donde necesitaba ver para creer, meter el dedo en la llaga: estaba hecho un escéptico clásico. Cuando me dijeron que había un adolescente que hacía meses meditaba debajo de un árbol sin alimentarse ni beber me dije, “¡traigan un destornillador! Otro chiflado (u otro vivo) sin un tornillo; ahora va a empezar el festival en todo su necio furor”. Y no me equivoqué: Procesiones, comisiones, vallados, banderines multicolores, ofertas, incienso, cánticos y por fin las cámaras de Discovery Channel. Si hubiera estado Fellini -vivito y filmando- hubiéramos visto clowns, trapecistas, forzudos, prestidigitadores, músicos y maracas (véanse las escenas de la aparición de la Virgen María en “La Dolce Vita”). Pero ahí seguía el muchacho, indisoluble, pétreo hasta la médula de sus huesos. Según trascendidos, Bomjan empezó su meditación tras regresar de un paseo por Lumbini, el sitio donde nació el Buda. Ya en trance meditativo, dicen que adelgazó mucho. Y no es, en absoluto, normal que una persona sobreviva más de cuatro días sin beber agua. No faltaron las malas lenguas que dijeron que estuvo bebiendo un líquido lechoso que obtenía de la raíz del árbol. Él mismo aseguró que se alimentaba de hierbas y que durante su ayuno no comió otra cosa. Su madre, Maya Devi Tamang (la madre del Buda histórico también se llamaba Maya Devi), declaró que ella a veces iba a verlo pero que él no le hablaba. Sus parientes y amigos sostenían que seguiría meditando durante seis años hasta alcanzar la iluminación (El Nirvana). El hecho llamó la atención a tal punto que científicos de todo el mundo querían comprobarlo. Un grupo de personas que se encargaban de proteger a Bomjan se opuso alegando como único motivo que no se debía perturbar su meditación, lo cual hacía imposible tocarlo. Los investigadores de la Real Academia Nepalesa de Ciencia y Tecnología finalmente desistieron de investigar, dadas las dificultades que encontraban hacer un trabajo como deseaban. Como dije, un equipo de la empresa Discovery Channel lo grabó en un video ininterrumpido durante 96 horas y en ese tiempo no se movió en absoluto. En diciembre del 2005, un comité de nueve personas del gobierno lo observó de cerca durante 48 horas y no lo vieron tomar agua ni alimentos. Ambas escuadras de escrutadores se pudieron acercar hasta tres metros, siempre sin tocarlo. El trece de marzo del 2006 desapareció sin dejar rastro. El “niño buda” se alejó sin más, del lugar en donde había pasado meditando los últimos 10 meses. Sencillamente ya no estaba. La opinión pública desató una serie de especulaciones en torno a dicha situación. Se dijo que las autoridades habían presionado a la familia y los “manejadores” del chico. Que los habían asustado al advertirles que si se descubría que aquello había sido un montaje fraudulento los castigos serían severos. Sus adeptos, en cambio, suponían que se había ido a meditar a lo profundo del bosque, en un sitio menos accesible a la tremenda oleada de turistas y curiosos. Lo cierto es que del muchacho no se supo nada hasta que de nuevo se le vio en otro lugar de Nepal, el 26 de diciembre de ese año. Sin nada relevante que señalar volvió a desaparecer el 8 de marzo del 2007. Eso me gustó, le agregaba más vértigo, encanto y misterio a la historia. Finalmente, el 10 de noviembre de 2008 Ram, parece que luego de un merecido nirvana, reapareció: la cabellera larga, el gesto insondable, le habló a un grupo de devotos en la remota jungla de Ratanpuri. Su retraído discurso me conmovió (colgado y traducido en You Tube, así como el documental de Discovery), sonaba a brisa fresca dentro del absurdo desierto del materialismo que nos rodea. Quiero hacer un cierre cínico: los años venidero nos dirán si estamos realmente frente a un “pequeño Buda”, ante un futuro abusador de menores o –en el mejor de los casos- un opulento Gurú que se pasea en un Rolls Royce con un gesto hierático.
Coming soon...
Hace 11 años
1 comentario:
Lo lograste: mordí el anzuelo y me dejé arrastrar por medio océano de Youtube en busca del personaje.
Tá bien; interesante de cabo a rabo.
Pero nada nuevo. Nada que no se haya dicho.
Simplón in extremis el discurso final; Manual del Gurú, Primero inicial.
En fin.
Rescato la melena de rocker cayendo prolija sobre la túnica carmesí y esa musculatura trabajada del último video.
"Así que, hasta que no envíe un mensaje, no vengan aquí" dice ante la multitud de fieles locales y visitantes....Mmmmmm...esta historia continuará me parece.
Yo apuesto por el Rolls Royce.
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