miércoles, 25 de agosto de 2010

“ DE LIGERAS COSTUMBRES”


Sin duda es un oficio antiguo. Aparentemente el más viejo del mundo. Uno de los más duros ya que se debe lidiar con borrachos, psicóticos, deprimidos, solitarios, tímidos, chiflados, obesos, esperpentos y hombres generalmente no deseables o no deseados. Esto es cruel. Para ellos y para ella. Pero es ella la que carga con la cruz más pesada ( sobre todo en la era del SIDA ), y de ahí su enorme resentimiento. Cualquiera que haya frecuentado meretrices sabrá que por lo general son muy agresivas. Y tienen sus razones. La mujer que desempeña este viejo oficio generalmente viene de graves desiluciones, atraviesa penurias económicas o alimenta a su prole con enorme esfuerzo.
La palabra obscena con que se nombra a tan rancias trabajadoras, una de las más populares y prohibidas. Es una “mala” palabra o, lo que es lo mismo, una palabra tabú.
Pero, ¿ Por qué tabú ? Por que es un vocablo proscripto peligroso y turbador; porque la condena recae sobre la palabra per se, en si misma, mas allá de su significado y - sobre todo - porque nadie sabe cuáles son las razones de la prohibición.
En ocasiones, el esfuerzo por evitar pronunciar la palabra lleva a deformarla como sucede con el término pucha y sobre todo en exclamaciones como ¡la pucha!. Otras veces se recurre a un vocablo equivalente: prostituta. Se acepta una palabra pero no su sinónimo más vulgar, más corriente. Dicen que Sarmiento - aún presidente- la pronunciaba seguido y catárticamente. Pero imagino que en la boca del Maestro de América, debe haber sonado casi como un esnobismo.
Y cuando, a pesar de nuestra infatuación, leemos y oímos esta “mala” palabra en un periódico, en la radio o en la televisión sentimos la misma ansiedad o sorpresa que experimentan los aborígenes de la isla Nias, los tolampos de la isla Célebes o los cafres de Africa del Sur cuando escuchan una palabra sagrada en su tribu. Además, la misma denominación de estas voces prohibidas señala ya la existencia de un tabú...¿ No las llamamos acaso “malas” palabras ? Sin embargo es evidente que lo único que puede ser malo es una conducta o una acción pero...¡nunca una palabra!.
Hablar de malas palabras demuestra hasta qué punto el pensamiento mágico primitivo está infiltrado en nuestro lenguaje. Y la palabra aludida es, precisamente, una de estas voces mágicas. No solo, en muchos idiomas como el antiguo egipcio, el árabe, el sánscrito y el latín un mismo vocablo nombraba ideas opuestas. Una sola y misma palabra tenía un sentido contradictorio; expresaba una cosa y su contrario. Este hecho, propio de las lenguas arcaicas, nos resulta, sin duda, incomprensible. Es como si la palabra luz pudiese significar tanto luz como oscuridad. O como si el término vino tuviese para los sanjuaninos el sentido de vino como de agua. Sería un absurdo. Y sin embargo...
Lo cierto es que casi no existen sociedades donde no se hayan encontrado miembros de este pertinaz sindicato ayudando al varón a liberarse de una urgencia que no conoce temporadas. Ya en Sumeria ( 4500 a.C ) los santuarios de Ur, Eridu y Uruk hospedaban mujeres que desde niñas ofrecían sus encantos para solaz de los dioses. Y sus auxilios tan imparciales como repetidos llegaron a beneficiar inclusive la tasa demográfica de este pueblo. Unos de sus reyes más famosos, Sargón I , de larga barba y magestuoso porte, era de padre ignoto, ya que su madre había sido una ramera del templo....
Heródoto nos cuenta que una meretriz de los lupanares del Nilo, deseosa de prolongarse en el tiempo, quiso dejar un monumento a su memoria y pidió a cada uno de sus clientes que le regalara una piedra. Con todas las que así reunió construyó una pirámide en su honor.
Las ferias de hembras complacientes eran comunes en Lidia, Chipre, Fenicia y Frigia, pero en Asiria un Estado intervencionista perturbó el libre comercio de los cuerpos regulando el mercado. Fue en Babilonia, sin embargo, la ciudad de los jardines flotantes y la voluptuosa lasitud, donde la prostitución alcanzó su apogeo entre los antiguos. Este país también mostró su rasgo más enigmático: toda mujer debía alguna vez en su vida tener comercio carnal con un extraño. Se sentaban en el pórtico de los templos con la cabeza ceñida por un cordel ( señal de su disponibilidad sexual) y esperaban; los forasteros pasaban y elegían. Las hembras más hermosas cumplían rápidamente con su obligación ritual; las feas podían llegar a esperar su turno por años.
En la antigua Grecia existían diversas categorías y especialidades. Las inferiores eran las pornai, que vivían en lúgubres burdeles de puerto; las más pobres caminaban descalzas, algunas se exhibían desnudas y en otras, la barata pintura negra de sus cejas caía lamentable sobre sus mejillas. Un rango superior lo ocupaban las auletridas o tocadoras de flauta: alegraban los komoi, o juergas de hombres solos, donde.... dejo a la perspicacia del lector adivinar qué hacían. En la cuspide del oficio estaban las hetairai o compañeras. Eran mujeres que gracias a la lectura o a la instrucción habían adquirido cierto nivel cultural, llegando inclusive a escribir ingeniosos epigramas. Este último tipo de mujeres inspiraron a los varones más ilustres de Grecia. Por ejemplo: el dramaturgo Sófocles ( 496?-406 a.C: ) endulzó sus últimos días con la bella Teocris; el filósofo Epicuro ( 341-270 a.C ) hizo de Leontion su discípula, y el político Pericles ( 499-429 a.C. ) afirmaba haber aprendido elocuencia de su amada Aspasia.
En Roma la prostitución constituía un comercio pujante. Tanto que algunos políticos organizaban sus campañas electorales por medio del collegium lupanariorum, o gremio de los propietarios de prostíbulos. En plena campaña electoral y en los oscuros suburvios de la ciudad eterna, las cortinas de los burdeles se levantaban, los futuros votantes eran conducidos por una joven que hacía de guía a través de las diversas salas, y donde explicaba los puntos de fuerza y debilidad de cada una de las trabajadoras mientras -por supuesto- hacía proselitismo político a favor de un candidato.
No tocamos el medioevo. Ni il quattrocento, ni il cinquecento. Pero una nota al pié de página de la historia lo constituye sin duda alguna Ninon de Nenclos, amante de Luis XIV ( 1647-1715 ) Bella, bellísma, refinadísima, prostituta desde los quince, culta, cantaba, tocaba el arpa, hablaba en varios idiomas. La visitaban varios miembros de la corte, y hasta del extranjero viajaron para “conocerla”. En 1677 alcanzó el apogeo cuando le fué presentado al rey, el que súbitamente sucumbió a sus encantos. Vivió hasta los 90, en su testamento le legó a Voltaire ( ex cliente ) 2000 francos para que comprara libros.
En fin, las trabajadoras del sexo son casi una constante en la historia de la humanidad, las frecuentaron desde los seres más viles hasta los hombres más ilustres. Ofrecieron sus cuerpos como modelos a los más grande artistas ( léase Lautrec , Van Gogh, Gogain entre otros ) y ofrecieron su ingenio como estímulo a los más destacados pensadores. Influyeron sobre la marcha de los gobiernos a través de los políticos que cobijaban en su cama, y tuvieron y tienen hijos que...... -dicho de paso y solo en sentido metafórico - son los que han hundido y hundieron a nuestra Argentina.

1 comentario:

Rodolfo Ruiz dijo...

Con respecto a los que están hundiendo al país en este momento creo que estas nobles trabajadoras no se merecen el epíteto, o al menos no su connotación. De algunos personajes en particular que están en todas las páginas de los diarios (amigos y enemigos), en todos los noticieros, en cuanta santa cruzada se les ocurra y pronto hasta decidiendo si tengo o no que tomar la sopa, me atrevería a aseverar que sencillamente no tienen madre...