domingo, 8 de julio de 2012

Mi primer Casamiento igualitario

El viernes 22 de junio y el sábado 23 asistí al primer matrimonio igualitario de mi vida. No se estaba cayendo el World Trade Center; ningún general estaba conquistando por asalto algún pedazo de tierra. Ningún prócer estaba pronunciando frases con reverberaciones libertarias para algún futuro imperfecto. Sin embargo, estaba seguro que vivía un punto de inflexión en la historia de nuestro país: el de la posibilidad que dos personas de un mismo género se unan en matrimonio. Es que (debemos admitir) hemos sido- y somos- una sociedad bastante homofóbica; producto de una cultura homofóbica con profunda raigambre en la matriz judeo-cristiana de pensamiento (o símil monoteísta). Las primeras referencias de condena a la homosexualidad se remontan a la biblia, el libro de Levítico describe a las relaciones entre “hombres del mismo sexo” (para el machista de Jehová las lesbianas no existían) como una "abominación" que ameritaría la pena capital como castigo. Además, la atracción sexual hacia la gente de un mismo género es considerada de inspiración diabólica en todas las comunidades cristianas de orientación fundamentalista-evangélica que se precie de tal. Mientras que la Iglesia católica (hoy en día mucho más “polite” que antaño) admite que no es pecado ser gay, sino practicar la homosexualidad (sic)… Musulmán - por ejemplo- y Gay son términos excluyentes. La homosexualidad es considerada un delito y está prohibida en la mayoría de países mahometanos, que pueden terminar en la lapidación del implicado, ante una caída de pluma o el menor quiebre de muñeca.

Unos datos reveladores sobre las consecuencias profundas, que la aceptación de la homosexualidad tiene en nuestra cultura, son las cifras del informe sobre la incidencia de la orientación sexual en los intentos de suicidio entre adolescentes. Según un informe publicado en el “American Journal of Public Health” (en Argentina no hacemos investigaciones equivalentes) el 28,1 % de los adolescentes varones homosexuales en EEUU habían intentado suicidarse, frente a un 4,2 %, entre los adolescentes varones heterosexuales. Siempre según este artículo, treinta de cada cien suicidios entre jóvenes son cometidos por gays y lesbianas, a pesar que este sector de la población no supere el 10% de la misma, lo cual supone un índice de suicidio tres veces mayor. Tal y como señala el sociólogo español Juan Perez Jiménez, “si estos números no nos conmueven hasta el estremecimiento, es que debemos estar muy seguros de que personalmente hacemos todo lo posible para que eso no sea así”. Pero si este no es el caso, deberíamos reflexionar sobre qué es lo que lleva a un tercio de ese sector joven de la población a desear su propia muerte. Qué mensajes implícitos les hace llegar una sociedad que se vende como abierta, libre, tolerante y justa. En este sentido, y con la ley de matrimonio igualitario (mas la de identidad de género) la argentina empieza a dar claras señales de tolerancia, de virar en timón hacia otro rumbo. Empezamos a admitir que el aumento de la visibilidad de gays y lesbianas es un ingrediente más en el nuevo rompecabezas de relaciones y roles emocionales de la posmodernidad. La mera aceptación de su existencia y el reconocimiento de todos sus derechos enriquecen un escenario social donde los roles clásicos y excluyentes empiezan a desmoronarse. Como decía arriba, se casaban Leonardo Di Cecco y Claudio Jensen. Una pareja que hacía diez años habían decidido compartir todos y cada uno de los días de sus vidas en virtud del amor que se profesan. Para los homofóbicos (y políticamente incorrectos) que estén leyendo este artículo -y que piensen que aquello era una “maricoteca”- temo desilusionarlos: si bien lo excepcional era que hubieran dos maridos en la boda, si bien se celebró en un exclusivo country de Pilar, si bien había “finger food” y otras delicatesen, todo fue de lo más normal. Quiero decir, suegros/as, hermanas/os, cuñados/as, primas/os, tíos/as, sobrinas/os, niños de todas las edades y una cohorte de amigas cómplices (de las cuales Lorena mi mujer era la primera) comimos, bailamos y brindamos hasta más no poder. Celebrábamos la unión de nuestros amigos. Todo fue tan argentino y tan cotidiano… que hasta parecía peronista.



Fuentes: “Síndromes Modernos” Juan Carlos Pèrez Jimenez. Madrid Esparsa Calpe 2002

lunes, 2 de julio de 2012

El escándalo por abuso sexual de menores en los Testigos de Jehová: El “lado B” de una de una imagen que pretende ser perfecta

Digamos que “la cuestión de la sangre” en los Testigos de Jehová es el asunto más noto al gran público ya que -inevitable y cíclicamente- algún Testigo se deja morir o deja morir a un familiar negándose a transfundirlo. El otro argumento menos noto, pero no menos grave, es el de las acusaciones por abuso sexual de menores. Me explico:

En el año 1998 un “anciano” (ellos a sus “pastores” les llaman ancianos) de Kentuky llamado Bill Bowen, llenando unos archivos confidenciales de su congregación, encontró un caso de abuso sexual de una menor que databa de 1980. El abusador era otro anciano al que Bowen conocía perfectamente, ya que había administrado su misma congragación en los últimos veinte años. Para la propia sorpresa, al revisar el archivo notó que no solo no se había reprendido al abusador, sino que jamás se había dado parte a la policía. Bowen empezó a interrogar sobre el asunto a sus superiores, pero rápidamente fue llamado al silencio por parte de las autoridades internas, e instado dejar las cosas como estaban. Por esa misma fecha el caso de Erica Graza -una chica que cuando tenía once años había sido abusada sistemáticamente por un anciano de su congregación- tuvo mucha repercusión en los medios estadounidenses. A raíz de esto Bowen puso un aviso en Internet para ver si había otros casos parecidos. Según lo describe Bowen, “la réplica fue una avalancha de respuestas cargadas de dolor y frustración”. Cientos de Testigos de Jehová que habían sido abusados y silenciados dentro de la Organización. A raíz de esto Bowen denunció el caso de su propia congregación y de varias otras personas. A este escenario se le sumó Bárbara Anderson: una Testigo de Jehová que había trabajado en Bethel (la sede central de la organización) durante últimas dos décadas. Inmediatamente se puso en contacto con Bowen; le dijo que ella tenía muchos casos más para añadir a su lista. A principios de 1990 uno de los líderes internos de la organización, le había pedido a Anderson que buscara dentro de los archivos internos, el manejo de los casos de abusos de menores dentro de las congregaciones. Lo que encontró (según sus propias palabras) la enfermó: 5000 informes (files) de abuso sexual contra niños referidos a unas a 23.000 personas que en EEUU, Canadá, Europa y América Latina. Todo esto guardado en el más absoluto de los secretos no solo para la gente foránea, sino para los miembros dentro de la organización. Bowen hizo público el asunto en una carta escrita al New York Times en agosto del 2002. Y fue inmediatamente expulsado de los Testigos por causar “divisiones internas”. A esta, le siguieron las expulsiones de Barbara Anderson y su marido, luego de 42 años de intachables servicios dentro de los Testigos. Distintas cadenas de noticias y programas de investigación periodística, se hicieron eco del asunto emitiendo emisiones especiales dedicadas al tema. Entre los más famosos figuran el programa de la BBC de Londres Panorama; Jehovah's Witnesses documentary 'Suffer the Little Children', El noticiero de la NBC Y CBS con su programa “El ojo de América”. Los escándalos se propagaron con denuncias judiciales en varios estados de Norteamérica extendiéndose hasta Europa. El 8 de abril del 2003, el programa televisivo Misión Investiga que se emite en la televisión sueca, realizó un programa especial con un número importante de miembros que fueron abusados durante su niñez y se acusó la congregación de “proteger a pedófilos” .Las autoridades de los Testigos iniciaron querellas judiciales por calumnias contra el programa, pero la justicia terminó absolviendo a los periodistas.

Anderson en 2008 publicó un libro "Los testigos de Jehová en crisis: secretos de pedofilia en una religión estadounidense ", que contiene comentarios y unas 5000 páginas de documentación y registros judiciales de cortes en cuatro estados de EE. UU. En el libro Anderson critica duramente e la forma por la cual se trata dentro de la organización los casos de abuso y pedofilia. En él cita la revista “La Atalaya” del 1 de noviembre de 1995 donde se trata el tema y el procedimiento a seguir por parte de la congregación en caso de abuso sexual o de pedofilia, en páginas 28-29, del artículo, “Consuelo para los que tienen un espíritu herido, bajo el título ¿Qué pueden hacer los ancianos? Simplemente declara: “En el caso de que se niegue la acusación, los ancianos deben explicar al acusador que no puede tomarse ninguna medida judicial. La congregación seguirá viendo al acusado como inocente. La Biblia dice que debe haber dos o tres testigos antes de que pueda tomarse acción judicial (2 Corintios 13:1; 1; 1 Timoteo 5:19.)”.

Ante esta afirmación cabría preguntarse: ¿Qué tipo de pedófilo sería capaz de cometer semejantes actos delante de al menos “dos o tres” testigos oculares? ¿Uno subnormal? ¿Uno particularmente desviado y pervertido acaso? Lo cierto es que, debido al tipo de procedimientos que se siguen dentro de las congregaciones para tratar el caso de los pedófilos, los Testigos de Jehová, se han transformado (según boca del mismo Bowen) en un paraíso para los mismos. De hecho William Bowen ha fundado una ONG llamada “Silent Lambs” para dar apoyo psicológico y asistencia jurídica a las víctimas y desde la misma reclama que la organización -para mantener su imagen- ha hecho lo imposible porque estos casos no transciendan (llegando a acuerdos extrajudiciales millonarios) y protegiendo a los abusadores en detrimento de las víctimas. Los testigos de Jehová, en vez, creen que las críticas hacia ellos han sido causadas por Satanás el Diablo, «gobernante de la Tierra, sus medios de comunicación y todos los gobiernos»… Bueno, debemos acotar algunas cosas. En primer lugar, que ellos cultivan la ilusión de ser constantemente perseguidos. En muchos países realmente lo son. Y lo hacen saber. Pero en los países donde no son molestados por el gobierno o las instituciones, interpretan cada pequeño gesto de indiferencia u enemistad de los demás, como un gesto de hostilidad. La “persecución” presentada por ellos como un fantasma omnipresente y les es funcional en tres aspectos: por un lado les auto confirma que son los depositarios de la “verdad”, porque de acuerdo a sus creencias, quien posee la verdad debe necesariamente ser perseguido. Por otro, la existencia de “enemigos externos”, contribuye a la cohesión del grupo. Y por último, los Testigos de Jehová tienen una larga experiencia en transformar cualquier tipo de conflicto con el estado o similares, en ocasiones propagandísticas, explotando la corriente de simpatía de la que es objeto, aquel que se presenta como perseguido.



Fuentes: Armando Azeglio “Los Testigos de Jehovà: Historia y Anatomìa de una secta” Libro inèdito.

Programa BBC: http://www.youtube.com/watch?v=ZYd_0zwbB24

Programa NBC: http://www.youtube.com/watch?v=QLAC9kS_EqM

http://www.youtube.com/watch?v=DwaTInB9xT8&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=R1PEuZMce0c