jueves, 26 de febrero de 2009

MANIPULACIONES GENÈTICAS


A comienzo de los años cincuenta el norteamericano James Watson y el británico Francis Crick supieron que - si estaban en lo cierto - no sólo les estaba reservado el Premio Novel, sino también un pedestal entre los genios que habían cambiado para siempre el conocimiento de la naturaleza. En la historia de la ciencia moderna, pocos han saboreado el extraño privilegio de entender por adelantado la magnitud del propio descubrimiento. Por eso se tomaron varios meses para redactar y enviar ( a la archifamosa revista Nature ) el artículo con sus propias lucubraciones sobre la estructura del ADN, el compuesto químico que lleva la información genética para que los organismos vivan y se reproduzcan.
Probablemente también entendían que estaban dando nacimiento a una nueva especialidad ( a caballo de la bioquímica, la biología, la genética ): La biología molecular. Desde 1953 a esta parte, esta nueva disciplina se ha constituido en la vedette de los laboratorios y las aulas académicas. Hoy estar a la page significa dominar las técnicas de la biología molecular. En otras palabras, manejar los instrumentos para armar y desarmar los genes y manipular los procesos biológicos a nivel infinitamente pequeño.
Esto cambió para siempre no solo el mundo de la biología sino también a quienes la practican, la usufructan o , simplemente, la viven, aunque todavía no lo noten.
En un caluroso mediodía de 1972, durante el breack concedido para almorzar en un congreso en la paradisíaca Haway, Stanley Cohen, de la universidad de Stanford, y Herbert Boyer, de la universidad de California, se sentaron frente a un sandwich a intercambiar algunas ideas. Un año antes se habían descubierto las “tijeras genéticas” ( las encimas endonucleasas de restricción ) capaces de cortar al ADN en lugares muy específicos: ¿ Porqué no usar esas maravillosas tijeras naturales para cortar determinados pedazos de ADN - aquellos llamados genes- que contienen las órdenes para fabricar proteinas ? Más aún: ¿ por qué no pegar distintos pedazos cortados, sin importar su procedencia ?, se preguntó este dúo dinámico. Aquí empieza la primera escuela de “corte y confección” de genes que sentó las bases para lo que se dió a llamar ingeniería genética.
Un año más tarde, Cohen y Boyer informaron que habían construido en una probeta el primer híbrido genético hecho por el hombre: genes de sapo ensamblados en la bacteria Escherichia coli. Ese día Cohen señaló que la mitológica mezcla de especies dejaba ad eternum el terreno de la ciencia ficción para pasar al terrenal y cotidiano mundo de los laboratorios. Se olía a revolución en el aire.
Ni lerdos ni perezosos Cohen y Boyer corrieron a patentar su descubrimiento y convirtieron en privado aquello que cualquiera hubiera considerado de dominio público, como cualquier conocimiento científico. En 1976 Boyer se asoció con el empresario Robet Swanson para fundar la Genentech, la primera empresa de ingeniería genética, llevándose consigo a los mejores cerebros de la UCLA ( Universidad de California). Con la mente puesta tanto en el mercado y los negocios como en la investigación del ADN, estos nuevos científicos cambiaron par siempre la manera de hacer ciencia en biología. A partir de entonces cada investigación se diseñó con el objetivo de conseguir un producto que satisficiera una demanda social: ya fuera la hormona de crecimiento, la insulina o una nueva variedad de algodón resitente a las plagas. A mediado de los ‘80, la biotecnología, tocaba los bolsillos de muchos, empezaba a estar en boca de todos, y en el estómago de algunos.
La recombinación del material genético de distintas especies también dió lugar a sorprendentes monstruos y a plantas de apariencia habitual pero con capacidad pare resistir heladas, ciertas enfermedades o insectos. La promesa de obtener alimentos para toda la humanidad floreció en los labios de científicos-empresarios y políticos. Los avances se sucedieron vertiginosamente, y no fueron recibidos con indiferencia por la sociedad.
La manipuación genética llegó a un punto en que el sueño de arreglar los desperfectos genéticos que padecen hombres y mujeres desde el momento de su concepción pueden tornarse realidad, sobre todo después que se completara la totalidad del mapa genético del hombre: el genoma humano. Pero lo que para algunos resulta un sueño para otros resulta pesadilla. Muy pronto comenzaron a discutirse las implicancias éticas y las consecuencias de estas prácticas. Las polémicas involucran a científicos, expertos en derecho, lobbys empresarios, líderes religiosos, ambientalitas y agentes en patentes. Con todo, lo que no puede negarse es que nada fué ni será igual después de la revolución biotecnológica. “Play God” ( Jugar a ser Dios) es la expresión que usan los norteamericanos para describir - no sin ironía - la actividad de los modernos magos del ADN. Pero si ellos son los dioses que crean nuevos seres y deciden sobre la composición de los organismos ¿ Qué papel jugamos los comunes e imperfectos mortales? ¿ Seremos adormecidos espectadores, felices soñadores, atormentados conejillos de indias o inteligentes inversores ?
Fuente: Manipulaciones Genéticas, Adriana Folgarait, Norma 1992

RITOS DE PASO


Navegando entre los 22 y los 23 años empecé a trabajar en un banco. Fué algo traumático. Hasta ese entonces mis padres habían creado, con mucho sacrificio y cariño, un entorno que conspiraba a favor de que yo solo me dedicara a estudiar (escuchar rock ) y leer.
Enmedio de unos de mis ataques de “bancofovia”, en una gélida mañana sanjuanina, mientras nos íbamos al trabajo, mi padre con una tranquilidad provervial me dijo que los tiempos de la adolescencia se habían alargado, que los jóvenes de hoy teníamos mucho más tiempo para “adolescer” que los de su época. Èl a sus 19 y - por un sinúmero de circunstancias - se había convertido en un “adulto” a todos los efectos. De pronto, se encontró entre manos con la inesperada muerte de mi abuela y responsabilidades que lo habían arrebatado de sus escasos 17 años. Por supuesto yo no lo entendí . Solo varios lustros más tarde,después de su propia muerte, sorprendiéndome “adulto” y sin poder identificar -en primera instancia - un momento que diviera aguas en mi vida, pensé: Ya no hay “ritos de paso”, como sulen decir los antropólogos.
En otros tiempos existían ceremonias iniciáticas que colocaban al miembro de una comunidad en una nueva categoría. Como el Bar-Mitzvah de mi amigos judíos, o la fiesta sensual que abre paso a la asolescencia feliz de los polinesios, amazónicos, y otros pueblos a lo largo de la historia.
Cuando mi viejo era joven - y en un grado menos drástico - una suerte de rito lo constituía “la puesta de los largos” de los chicos, la fiesta de los quince para las chicas, la “entrega de las llaves de la casa” para ambos.....el ( en un sentido más drástico ) “hacerse hombre” en un lupanar para ellos. Mi viejo, exepto por segundo item, pasó por todos, rápidamente, casi sin quererlo. Las cosas han cambiado mucho desde entonces.
Ya nadie comenta la “puesta de los largos” de ninguno por la simple razón que los largos ya no existen, es decir, se usan desde la más tierna infancia. Los lupanares son cada vez menos necesarios para la iniciación sexual de los hombres, y la fiesta de los quince ha perdido su significado primigénio: el de presentar a la niña en cuestión en sociedad.
La independéncia económica de la mujer, su libertad sexual, el divorcio, el blanqueo legal de los hijos de uniones irregulares, la apertura de empleos jerárquicos para el sexo femenino y otros cambios, han creado una realidad totalmete distinta a la que vieron nuestros padres y abuelos.
Mi padre murió después de haber estado cuarenta años a lado de mi madre, demostrando con sus actos que para él, el matrimonio ( con sus infinitos problemas) era - como para toda su generción - un valor. Esto ya no sucede, o sucede con menos frecuencia por la sencilla razón que ya no hay hombres no-divorciados ( en Italia tres de cada cuatro parejas constituidas legalmente se divorcia ) el matrimonio ha entrado en crisis.
Es aquí donde encuentro un verdadero “rito de paso” para los hombres de hoy, donde muchos de mis amigos ( que distan mucho de ser santos o anacoretas ) se han descubierto -por primera vez- verdaderamente adultos: La primera noche de separados, durmiendo bajo un techo desconocido y sin sus hijos.
El proyecto de la vida juntos se ha quebrado. Ya no está en la cama el cuerpo familiar de la que ha sido su esposa, a veces amada, a veces odiada, a veces temida. Se encuentra en otro barrio, en otro ámbito, rodeado de muebles extraños, mirando el cielorraso. Siente una profunda congoja y extraña desesperadamente sus niños. En realidad cuando los tenía bajo su techo no les prestaba mucha atención y ahora su ausencia es como un puñal clavado en el pecho. En pocas horas, siente, que lo ha perdido todo. La casa, de la que era dueño, la mujer, de la que también era dueño. Los hijos, para quienes era una especie de dios. Su dinero que - admitiendo que lo tenga - pasa a ser perfectamente divisible por dos. ¿ Habrá otro hombre ?, ¿ Podré ?, ¿ Seré capaz de enamorarme otra vez, de fundar otro hogar, de disfrutar de esta inesperada libretad que tanto quería en otro tiempo ? Ya es tarde para volver atrás, en todo caso, habrá que pagar nuevos precios._
Lo llamaré “Juan el non-sancto”, un amigazo de toda la vida. “Por el bién de los chicos” él y su mujer habían decidido separarse. Juán ofreció marcharse inmediatamente, ya que si no lo hacía - creo- Cecilia se lo hubiera sugerido muy pronto. .Después de todo él ganaba mejor sueldo y los niños eran todavía chicos.... “mejor si estaban con la madre”. Lo ví la tarde en que Cecilia, en un último acto de servico, le había ayudado a hacer las valijas. Era domingo. “¡ Tano ! - me dijo con ingrávida y simulada normalidad- te invito a tomar unos amargos en mi nueva “casa”. Sabiendo perfectamente la noche que le esperaba acepté. Llegamos a una mala mezcla de “bulín” con “aguantadero” que no hacía para nada juego con la 4x4 de mi amigo. Un colchón en el suelo por cama, un televisor apoyado en la caja del propio embalaje. Un despertador.
A las diez de la noche no aguantó más y llamó temblando a su propia casa, la de su ahora ex-mujer, donde estaban sus críos. Cecilia le contestó: “¡ No estés tan angustidado, tratá de comportarte como un adulto, los chicos duermen!”. Comimos un pedazo de asado frío de las doce. Juan corrió al baño.... vomitó.

ACONCAGUA ASENCIÒN Y MUERTE


La saturación del bienestar es un sentimiento nuevo para un cuarto de la humanidad como nunca antes: situación que lleva a los más pudientes a buscar evasiones controladas en sus vidas. La fórmula más “in” para no aburrirse en el primer mundo, es la de darse emocionantes malos ratos en forma de aventura y así salir del letargo. En esto, es sabido que los turistas de los países ricos no escatiman en gastos a la hora de llegar hasta lugares desabastecidos e inhóspitos en busca de lo que califican como “la vida en estado puro”. Cualquier cosa es bienvenida para enmascarar una vida signada por el tedio: lanzarse de un puente con un resorte, tirarse desde un avión, hacer buceo en zonas inhóspitas, hacer andinismo diletante etc etc. La vuelta a la naturaleza durante quince días y el contacto con culturas menos tecnificadas, se les antoja un lujo por el que están dispuestos a pagar y caro. En tales circunstancias les llama la atención cuántas cosas resultan superficiales a la hora de atender a cosas realmente importantes. La experiencia les abre los ojos y regresan reflexivos y contentos a sus vidas de embotellamientos, superconsumo y estrés hipertecnificado. El problema es cuando las cosas no salen bien y en el saldo se deben contar varios muertos.
Quiero escribir sobre Federico Campanini el andinista muerto en el Aconcagua y me cuesta. No soy un experto en rescates. Seguro que yerro en mi opinión. En el video de la propia muerte (que lo debo haber visto unas 20 veces) hay un doloroso particular que llama mucho la atención y duele. Es el momento que uno de los "rescatistas" dice que por radio que Federico no da más y pide autorización para dejarlo. En ese momento si se observa bien Federico saca fuerzas de dónde no se sabe, y trata de levantarse, como negándose a que lo abandonen. La pregunta del millón es: ¿Hubiera sobrevivido?
A principios de enero cuando (no había aparecido el video) y leí la noticia algo no me cuadraba. Los turistas italianos no hacían otra cosa que alabar el profesionalismo y la entrega de Federico. Quedaba claro que si habían soportado dos días en condiciones de tormenta de montaña, fue porque Campanini supo hacerlos resistir, como se ha publicado, haciéndoles beber la propia orina para no deshidratarse, alentándolos a no claudicar jamás, de hecho tres de los italianos ni siquiera fueron amputados, sobrevivieron y fueron dados de alta inmediatamente. Emocionaba el relato de los gestos heroicos del andinista argentino ¿Porqué entonces el más profesional de todos había muerto? ¿No era una gran paradoja? Dicen que cometió el error de hacer cumbre demasiado tarde, que edematizò y eso hizo que siguiera cometiendo errores fatales. La primera en pagarlo con su vida fue Elena Senin cuyos padres en estos días fueron al Aconcagua y tal vez decidan dejarla allí durmiendo eternamente. El segundo Federico que luego de dos (o más) días de agonía no sobreviviría para contarlo. Después: el video, la polémica, los foros en Internet y la citada pregunta del millón.
La diatriba está y seguirá abierta. He leído y sentido de todo: desde la perplejidad de quienes expresan que existe algo que se llama humanidad; que hace que pensemos en el que está sufriendo y hagamos todo por él, aunque más no sea cobijarlo mientras muere. Hasta el supuesto “negocio” entorno al rescate de los cuerpos, haciendo distingos entre nacionales y extranjeros (vivos o muertos) asegurados y no asegurados. Japoneses (los preferidos) y demás. No tengo respuestas solo algunas preguntas que me rondan en la cabeza:
¿Cómo es morir rodeado por gente de pié que sentencia que estás muerto mientras – exangüe- tratàs de demostrarles que no? Que vale la pena cargarte un poco más. ¿Qué habrá pasado en ese momento por la mente de Federico? ¿La imagen de su mujer? ¿La del hijito que no volvería a ver? ¿La de sus padres en Mendoza?

lunes, 9 de febrero de 2009

GAZA o el principio de la FÀIDA


Si la objetividad es un imposible necesario entonces, no se como empezar este artículo. Si soy absolutamente objetivo, no puedo ser emocional. Y ¿Cómo no ser emocional ante la muerte y es sufrimiento de miles de seres humanos? Sería “cool” de mi parte empezar -por ejemplo- citando el “principio de la proporcionalidad” que debe regir la conducta de los países en un estado de conflagración. Pero no serviría a nada. No le devolvería a la vida a los que murieron de un lado y del otro de la franja de Gaza. Ni a los judíos que día a día sienten que juegan a la ruleta rusa (nunca mejor dicho) con los misiles soviéticos que les tira Hamàs, ni a los miles de palestinos cuyas estadísticas ya son lamentablemente conocidas. Hay un vocablo en italiano que –para mí- expresa la actual situación de Gaza y que -si estuviéramos en Italia- no haría falta agregar nada más: “faida” /fáida/. Esta era una antigua institución jurídica de origen germano que legitimaba a una persona, a su familia o su clan a obtener satisfacción haciendo uso de la fuerza, cuando un derecho había sido lesionado. Actualmente la expresión se le aplica cuando las familias mafiosas colisionan en guerra e inician una seguidilla de venganzas. Me matàs un miembro de la familia entonces yo me vengo matándote un miembro de tu familia, entonces vos te vengàs matándome un miembro de mi familia…y así...ad infinitum. En la película ¨El Padrino¨ hay un momento en que de Don Corleone lóbregamente lúcido por la muerte de su hijo Sonny, reúne a las principales familias de Nueva York y les propone una tregua. Don Vito ha entendido que han entrado en esa espiral suicida y que -de seguir en ella- solo pueden esperar más muertes, dolor y destrucción. Entonces al final de su discurso abraza a Philip Tattaglia, el jefe de la familia contraria (mandante de la muerte de Sonny) como prueba de su buena fe y dado que ambos habían perdido sendos hijos.
A otro nivel, en Gaza está ocurriendo lo mismo. Israel como estado no quiere, no puede y no va a dar una respuesta débil ante cualquier ataque u amenaza de Hamás. Partido cuyo ¨leitmotive¨ (no olvidemos) es el valorado martirio individual de sus integrantes; y cuya lógica fundacional no es solo la de la guerra santa, sino la destrucción del Estado de Israel, con el establecimiento de un estado islámico en la región histórica de Palestina con capital en Jerusalén. No encuentro eufemismos: no hay ni habrá solución. Ningunas de las partes tendrá el gesto de Don Vito Corleone. Una porque no puede permitirse un gesto exiguo ante un enemigo que quiere su aniquilación. La otra, porque en su lógica espiritual (la del fundamentalismo) está implícita la de morir en el campo de batalla cual mártir y como salvoconducto para llegar a un paraíso celeste. Tal y como están las cosas hoy, de Gaza no puede esperarse otra cosa que muerte y destrucción. Una vez Einstein dijo: “no se pueden resolver problemas con el mismo nivel de conciencia con que han sido creados”. Para resolver los problemas de Gaza haría falta un cambio de paradigma, un salto cualitativo en los niveles de conciencia tanto de israelíes como de palestinos. Eso es mucho más que el “abrazo” de Don Corleone. Mahatma Ghandi en su infinita sabiduría una vez dijo: no hay camino hacia la paz. La paz es el camino.

domingo, 8 de febrero de 2009

CUMBIO Y LOS FLOGGERS


Aunque hayan pasado veintiocho años, lo recuerdo como si fuera ayer: mi viejo parado en la puerta de mi cuarto, mirando su reloj pulsera, señalando un poster colgado en una de las paredes e intimándome: “Tenés tres minutos para sacar esa foto de ese degenerado de la pared de de mi casa”. El señor en cuestión era David Lee Roth (cantante de los –entonces- archifamosos Van Hallen) que, encadenado a una alambrada, miraba a cámara con una cara entre desafiante y libidinosa. Para mi viejo -que todo lo que no fuera Gardel y Sosa era afeminado- la visión de un tipo que usara pelo largo y aro escapaba a sus posibilidades de comprensión. Por más que Roth hiciera rock muy pesado, por más que –además- fuera famoso por tener un seguro contra paternidad que usó hasta que le negaron la póliza. Por más que cuando tocaron los Van Hallen en la Argentina fuera célebre una pancarta sostenida por chicas que decía: “David! Don’t fuck every argentain girl! Mis diecisiete años accedieron a la orden de mi progenitor, pero me juré una cosa: Jamás me convertiría en un viejo choto y tanguero como mi viejo. Y siempre -digo siempre- trataría de entender las nuevas generaciones y las expresiones de la cultura en cualquiera de sus formas, incluidas las más marginales y difíciles.
Entonces (hace poco) apareció “Cumbio”. Es decir, los medios hablaron ad nauseam de esta chica. No entendiendo la razón empecé a preguntar lo inevitable: ¿Por qué es famosa Cumbio?, bueno me encontré con que varios de los chicos (under 20) a los que inquirí no sabían la respuesta. Y los que tenían una, era bastante tautológica: “Cumbio es famosa porque tiene fama. Esto es, simplemente está y se hizo famosa y eso multiplicó su fama ¿?!!... Cumbio no canta, no baila, no actúa, no toca ningún instrumento. No escribe, no milita en ningún partido, no reza. No –hasta dónde sé- estudia… ¿Entonces Cumbio no es”? aventuré ante uno de de estos pibes de flequillo cortina-corrida. Error: Cumbio es alguien. Un alguien con mayúsculas, en un mundo en donde ser nadie es lo más frecuente. Y eso es lo que finalmente cuenta para esta generación desmechada. De ahí en que haya devenido en una líder de opinión (esponsorizada por Nike entre otros) ya que su sitio en Fotolog asegura literalmente millones de visitas.
Aprendí que hay dos palabras que definen el movimiento Flogger: Internet y el Shopping. Estos chicos interactúan en el espacio virtual primero, para luego juntarse en el “mundo real”, esto es: en un shopping, donde entre otras cosas quizá pelearán hasta matarse. O casi. No quiero aburrirlo al lector con Marc Augè, pero digamos que fue un etnólogo francés que acuñó el termino “no lugar” “para referirse a los lugares de transitoriedad que no tienen suficiente importancia para ser considerados como lugares". Entonces los floggers ¿Pondría decirse van de “no lugar” a otro? Esta nueva cultura –me pregunto- ¿Nace de la negación? y si no es así ¿Qué es lo que afirma este movimiento? Porque el tema de la ambigüedad sexual perece resbalarles olímpicamente, también lo de la alta o baja cultura de sus exponentes. No desconfían de las instituciones porque simplemente, prescinden de ellas. La industria discográfica –que siempre supo que venderle a los adolescentes- no sabe que venderles a estos chicos. Sería ingenuo hacer generalizaciones apresuradas ya que no toda la juventud argentina es flogger. Pero si son un emergente generacional de esta nueva prole que nació con Internet. Si esto es la punta de un iceberg ¿Qué es que esconde los siete octavos del témpano que se sumerge en los sustratos de nuestro inconciente colectivo y que da por resultado esta mezcla de nihilismo hedonista?
Los flogger me desubican, son la respuesta inesperada, la actitud imprevista en el momento menos oportuno. No entiendo su lenguaje (el supuesto castellano con el que se escriben) sus modos, su forma, su sustancia. Estos chicos me jubilaron. Con ellos no pude mantener la vieja promesa que me hiciera hace veintiocho años delante de mi viejo. Por primera vez en casi treinta años - escribiendo esto- me siento un viejo choto.

jueves, 5 de febrero de 2009

HACKERS



Son pocos los que pasan los veinticinco años: la franja más amplia va de los diecisiete a los veintitrés y por lo general estudian carreras relacionadas con computación, matemática, ingeniería o electrónica. Los que llegan a los treinta sin abandonar la actividad mantienen una actitud adolescente y alternan entre las responsabilidades del mundo adulto y los juegos de la infancia. Son los hackers.
El hacking es una actividad no muy popular aún en la Argentina pero ya tradicional y muy convocante en el mundo entero. La palabra deriva de hack, hachar en inglés, y es el término que se usaba para describir la familiar forma en que los técnicos telefónicos arreglaban las cajas defectuosas: el bueno y viejo golpe seco a un costado de la caja. La persona que realizaba esa operación era, naturalmente, un hacker.
En 1959 la denominación alcanzó a los estudiantes del Massachusetts Institute of Technology - el famoso MIT de los Estados Unidos - que se reunían alrededor de la computadora IBM 407, una máquina a la que conocía mejor que a sus madres. En aquel tiempo era común que el aparato fallase por razones extrañas y las reparaciones, que solían ser esotéricas, incluían el casero método del impacto de costado, tan útil para la tecnología valvular: el que nunca le pegó a uno de esos viejos televisores que tire la primera piedra....o pruebe su extrema juventud.
A poco de andar , los pioneros elaboraron sus propias reglas, que aún hoy se consideran básicas aunque no haya colegio de Hackers ni Consejo Profesional del rubro. Las más conocidas son las que Steven Levy dicta en su libro Hackers, Heroes of the Computer Revolution ( Hackers héroes de la revolución informática), un clásico en la definición del hacking:
1. El acceso a las computadoras - y a cualquier cosa que pueda enseñarte algo acerca de la forma en que funciona el mundo - debe ser total e ilimitado.
2. Apelar siempre a la imperativa: ¡ Manos a la obra !
3. Toda la información debe ser libre y/o gratuita.
4. Hay que desconfiar de la autoridad. Hay que promover la descentralización.
5. Los hackers deberán ser juzgados por sus hackeos, no por falsos criterios como títulos, edad, raza o posición.
6. En una computadora se puede crear arte y belleza.
7. Las computadoras pueden cambiar la vida para mejor.
“El hacking es el séptimo crimen computacional ( los seis anteriores son el robo de dinero, sabotaje, robo de hardware, de software, de información y espionaje industrial ). Quien elige el hacking prefiere no cometer los otros; sus motivaciones son el ansia de saber, adquirir conocimiento y divulgar la información obtenida”, predica Knightmare, el autor de Secretos de un súper hacker, quién divulgó en su libro los conocimientos necesarios para convertirse en un hacker de ley, aunque reconoce que las situaciones no siempre son tan puras: “ Muchos hackers usan su talento para hacer negocios: robar, defraudar mediante tarjetas de crédito o alquilar sus servicios, por ejemplo, a los investigadores privados para averiguar datos de y para sus clientes”, afirma. En esto se encuadra el espionaje, no sólo industrial sino tambien el de algunas áreas de gobierno. Knightmare sostiene que “constituyen en descrédito para la comunidad; los verdaderos y vocacionales desprecian esta línea de trabajo. Pueden perdonar y entender que se haga una vez, pero si la actitud es reiterada lo que se vende es la integridad.
Hay cinco categorías de hackers: los novatos, que ingresan en el mundo del hacking se cansan pronto y abandonan; los turistas, que insisten en sus intentos hasta entrar en un sistema y luego lo abandonan para hacer lo mismo con otro, los estudiantes, solo interesados en conocer y aprender a manejar el sistema en el que ingresan; los crashers, que acceden a una máquina con la sola intención de producir daño; los ladrones, que buscan beneficio económico y , generalmente, forman parte del personal de la empresa involucrada en el robo o la estafa.
Como sucediera en otras partes del mundo, los hackers vernáculos se nuclearon a finales de los ocheta , en un ya mítico grupo fundacional: el PUA. A pesar de las reminisencias del lunfardo PUA no significaba otra cosa que Piratas Unidos Argentinos ( ¡ Y no Políticos Unidos Argentinos, como sé que algún mal pensado está suponiendo ! ) llegando a tener problemas con la Policía Federal, la Interpol, y algunos Servicios de Inteligencia aledaños. Hace poco un hacker argentino logró penetrar el sitema informático de la NASA. La Agencia Espacial cangeó no punir al adolescente a condición de que este dijera cómo había logrado penetrar el sistema.
Sabiamente o no, todas las áreas de nuestra vida dependen hoy cada vez más de sistemas informáticos. Algunos antropólogos afirman que muchos de los rasgos de nuestra era informática nos asemejan cada vez más a las formas sociales y políticas más primitivas: la sociedad de cazadores y recolectores. Esta gente, en primera instancia, no tenían ninguna relación real con el territorio, tenían poco “sentido de lugar” y - al igual que los hackers - carecían de de cada vez menos límites en la “caza”, la “pesca” y la “recolección”. Má allá de estos seductores paralelismos, seguramente el fenómeno del “hackerismo” no nos podrá ser indiferente.