sábado, 28 de julio de 2007

CUARENTA Y CINCO AÑOS SIN MARILYN



Estaba destinada –junto con el ratón Mikey- a convertirse en el icono más famoso del siglo XX, pero nunca lo supo. En efecto, cuando se la nombra no hace falta aclarar nada mas. Pero buceando en su biografía, uno puede percibir claramente como a dos personas contenidas en el mismo envase: Norma Jean Mortensen y Marilyn Monroe.
Quienes la conocieron afirmaban que se sentía una cualidad irreal, onírica, cerca de ella.
Podía ser la diosa bella (bellísma), refinada, majestuosa, procaz y un tanto vulgar que todos conocemos , esto es Marilyn. O una persona triste, solitaria, adicta, insegura de sí misma y frágil como una muñeca de porcelana: Norma Jean. Esta última pasa su infancia entre casas de familias adoptivas, primero y en orfanatos después. Nadie quería la niña para sí, como en una historia digna de Dickens. Una tarde, a la vuelta de la escuela, con ojos horrorizados, Norma Jean ve como unos enfermeros se llevan a su madre en pleno ataque de locura, atada a una camilla. Es una escena que ya le resulta precozmente familiar porque ha visto a su abuela –quien trató cierta vez de estrangularla- en el mismo estado antes de morir perdida en los laberintos de la demencia. Por eso Norma Jean, rehuye de su madre, ella representa la encarnación de una maldición que parece aquejar a su familia desde hace varias generaciones: locura y muerte. Odia y le fascina el olor a fármacos que –cual aura- ha rodeado el cuerpo de su madre y de su abuela desde que tiene uso de razón. Quizá por eso un año antes de morir ya se drogaba diariamente con Pentotal, Demerol (una suerte de morfina) Fenobarbital, y el famoso Nembutal con el que tratará de suicidarse en más de una oportunidad. A los quince años Doc Goddard, uno de sus padrastros circunstanciales la viola, tiene de èl un hijo que le obligan a dar en adopción a padres desconocidos y al que no verá ( ni se auto perdonará) jamás. Lena Pepitone, la que será ama de llaves de Marylin hasta antes de su muerte, en sus memorias nos describe a una Norma Jean frágil y doméstica, que poco tiene que ver con la diosa inalcanzable del celuloide. Esta mujer, un poco rolliza y con celulitis, adora la comida italiana, se tiñe artesanalmente el pelo en casa, no se sonroja al eructar, ni al soltar flatulencias. No es muy amiga del baño diario, llora con facilidad, puede comenzar la mañana temprano con un Blody Mary o espiar a un obrero de la construcción con el que fantasea sexualmente agazapada detrás de una ventana.
La carrera de Marylin Monroe –la otra- comienza casualmente, posando para una sesión de fotografías de propaganda bélica. De chicas que, como ella, trabajaban en una fábrica militar de paracaídas mientras sus maridos y novios combatían la segunda guerra mundial. Esto le abre las puertas a la revista “Yank”, a lo que le siguen treinta y tres vertiginosas portadas en revistas nacionales, un divorcio de su primer – e ingenuo- marido y un contrato con al 20th Century Fox. En 1947 ella es una de las jóvenes granjeras que pasea en canoa por el lago en el film Scudda Hoo! Scudda Hay! Pero su primer papel serio llegarà en 1950 con “La Jungla de Asfalto” de Jhon Huston. En 1954 se casa con la estrella de béisbol Joe DiMaggio, del que se divorcia solo nueve meses mas tarde. En 1956 comienza a estudiar actuación en el mítico Actors Studio de Nueva York, fundado por el no menos mítico Lee Strasberg, quien cuatro años más tarde leerá el responso fúnebre de su entierro. En 1957 es proclamada la estrella más popular del mundo al recibir el Golden Globe. El año anterior había desposado su cuarto y último marido, el famoso dramaturgo Arthur Miller al que le será absolutamente infiel como a todos los anteriores. Es que nadie se le resiste a la diosa del sexo, nadie. Esta “diosa” es quizá el constructo o la máscara más perfecta con la que la insegura Norma Jean se siente implacable, algo así como Clark Kent con Superman. Productores, actores, directores, cantantes, magnates, escritores, políticos o simples hombres sin nombre ni rostro –cuerpos de una noche- engrosan las innumeras huestes de sus conquistas. Marilyn no hubiera sobrevivido en la era del SIDA.
El mundo la desea, y los hermanos Jhon y Robert Kennedy pertenecen al débil rebaño de la humanidad. Del primero era amante ya casada con Miller ,y antes, cuando este era solo un joven y político ambicioso más. Siendo ya primer mandatario, le cantará a Jhon (totalmente borracha) el “feliz cumpleaños” más famoso de la historia. En esta época ya presiente que va a caer en el mismo pozo de su madre y de su abuela. Quizá por eso es que cuando la internan en la clínica Payne-Whitney nadie se atreve a confesarle que en realidad se trata de un manicomio. De noche grita como una posesa. No distingue la delgada línea que separa la realidad de la ficción. Norma Jean cree ingenuamente que Kennedy se casará con ella y convertirá a Marilyn en primera dama. Le falta una nada para morir en extrañas circunstancias, como sus dos ocasionales amantes los hermanos Jhon y Robert Kennedy .
Demasiados secretos compartidos, demasiadas amistades equivocadas y desapariciones de pruebas han levantado todo tipo de sospechas alrededor de sus muertes. Será necesario más de un cuarto de siglo para que, a la luz de nuevos datos e investigaciones se descubra la compleja trama que rodean el fallecimiento de estos tres personajes, sobre las que siempre quedarán puntos oscuros, como en una obra inconclusa de un gran escritor. El cinco de agosto de 1962 muere Norma Jean Mortensen pero es solo el comienzo de un mito: el de Marilyn. Las dos son complementarias e inescindibles para entender el complejo“todo” de esta rubia platinada que era cualquier cosa excepto una tonta y una hueca..


Fuente: Marilyn Monroe La Diosa del Sexo, Luis Gasca Ediciones Folio 2003

miércoles, 18 de julio de 2007

LOVELOCK O LA VENGANZA DE GAIA


Es conocida la siguiente comparación entre la edad de la tierra (4.500 millones de años) y la del Homo sapiens sapiens ( 90.000 años) si pudiéramos condensar la edad del mundo en un año, el hombre moderno habría aparecido a las doce menos diez del 31 de diciembre. La pregunta es ¿Se puede hacer algo en solo diez minutos? Lo cierto es que en solo esos diez minutos de tiempo geológico los hombres hemos sido capaces de muchas cosas... entre otras, la poner al planeta en riesgo de extinción.
No lo digo yo. Lo dice James Lovelock, quien en los años sesenta enunciara la teoría que lleva el nombre de la diosa griega de la Tierra: Gaia (hoy llamada Ciencia del Sistema de la Tierra. Lo dice quien hace cuarenta años inventara el ECD, el detector de captura de electrones, una maquinita chiquita e hipersensible capaz de identificar moléculas de sustancias inverosímiles con minucia maniacal en cualquier punto del globo, tanto, que los ecologistas de la época –utilizándola- empezaron a descubrir residuos de pesticida por doquier. Dando origen primero al protocolo de Montreal y luego a todo lo actualmente conocido en materia medioambiental, incluido el presente -y jamás respetado- protocolo de Kyoto.
Debido a lo antes anunciado ( y por muchas cosas más) Lovelock es considerado hoy no solo el padre de la moderna ecología, sino uno de los más polémicos y geniales científicos de la segunda mitad del siglo XX.Este anciano de 87 años publicò un libro en el 2005 en Inglaterra: “The revenge of Gaia” (La venganza de Gaia) donde, línea a línea, palabra a palabra, en vez del dulce ancianito de blanca cabellera que aparenta ser, James, parece convertirse en un mensajero del lado oscuro, en un portavoz de las tinieblas. En su libro Lovelock trata de demostrarnos que estamos abocados a una irremediable catástrofe ambiental, inmediata e irreversible. Anticipa que para el 2050 se habrán derretido los polos y que Londres –entre otros lugares de la tierra como Bangla Desh por ejemplo- estará sepultado bajo las aguas. Los hombres, según James, no nos hemos hecho cargo de la situación medioambiental y entonces Gaia –cual sistema auto regulante- se está haciendo cargo de ella, por así decirlo. El deterioro ha ido demasiado lejos y ahora el sistema-tierra está moviéndose rápidamente hacia uno de esos momentos críticos de autorregulación. Para el pesimista anciano inglés, abandonar todas las practicas contaminantes actuales no nos serviría de mucho, hasta hace unos 50 o 100 años hubiera sido posible hacer algo, pero a estas alturas ya no hay manera de detener el proceso. Lovelock dice que es como ir dentro de un bote y estar demasiado cerca de una catarata, por mucho que rememos, no podremos evitar la caída. No se pueden parar las fuerzas naturales que mueven al planeta hacia un nuevo estado. Agrega que todos los climatólogos del mundo lo saben, comparando esta situación con la que reinaba en la Inglaterra de 1939, cuando todo el mundo sabía que iba a estallar una gran guerra, pero nadie acusaba recibo. Anticipa el advenimiento de una nueva edad oscura para la humanidad, afirma en su apocalíptico libro que quedaremos reducidos a unos 500 millones de humanos, viviendo en el Ártico a posteriori del deshielo. Paradójicamente Lovelock defiende el uso de la energía nuclear arguyendo que en esta nueva “era oscura”, los supervivientes del “retiro Ártico”, necesitarán una fuente de energía y que, dadas las circunstancias, la única capaz de proporcionar electricidad y calor en forma ininterrumpida será la nuclear.
Leyendo a Lovelock debo confesar que me es difícil creer que el mundo tal y como lo conocemos, no va a existir dentro de medio siglo, pero aquí van unas cifras para tratar de concederle al viejo científico inglés, por lo menos el beneficio de la duda: una cuarta parte de las plantas del mundo están amenazadas de extinción para el año 2010; más del 38 por ciento de los anfibios están en peligro; tres cuartas partes de todas las especies de pájaros están disminuyendo en número, el 11 por ciento amenazados de extinción; los ejemplares de casi todas las especies de felinos y osos están disminuyendo, y unas cien especies de invertebrados desaparecen cada día debido a la deforestación; el 25 por ciento de los mamíferos están amenazados, y un 20 por ciento está en peligro de extinción. Si a la vista de estos datos, y de las múltiples noticias que nos llegan sobre el calentamiento global, el agujero de ozono, los océanos esquilmados, el agotamiento de los combustibles fósiles y la polución, somos todavía capaces de ver con interés un programa de chusmeríos sobre la farándula, es porque nuestra capacidad de disociación es inconmensurable sino infinita.



Fuentes: “Lo Mejor de Rosa Montero” Entrevista a James Lovelock, Espejo de tinta Madrid 2006, “Síndromes Modernos” Juan Carlos Pérez Jiménez, Esparsa Calpe Madrid 2002, Hutchinson Enciclopedia, Helicón 1999 (www.helicon.com.uk).

LA TIERRA AL SPIEDO: EL ROL DE LA ECONOMIA

La humanidad hoy está alarmada por las posibles consecuencias del “efecto invernadero” o “efecto estufa”, tal como se lo llama en estas latitudes. En el reciente Foro Económico Mundial de Davos, los líderes mundiales vieron cómo el cambio climático, por primera vez en la historia, encabezaba la lista de preocupaciones globales. Causan gracia las declaraciones de ciertos personajes como Jackes Chirac (no precisamente famoso por su activismo medioambiental, su espiritualidad o su “sensibilidad verde”) cuando dijo: “Ha llegado el momento que se produzca una revolución, la revolución de la conciencia, la revolución de la economía, la revolución de la actuación política”. O el travestismo de algunos políticos, de repente convertidos en intachables paladines del ecologismo. Desde hace diez años aproximadamente, y desde que se realizara el primer Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, para la comunidad científica las evidencias del mismo eran tan abrumadoras que no había lugar a dudas sobre el mismo. Hoy, esa toma de conciencia gestada hace más de una década, por fin ha tomado estado público. En efecto , no hay programa político o corporativo que no haya teñido de verde sus campañas comunicacionales: de repente todo es “eco”, “sostenible” y “verde”. Se ha incorporado en los planes y programas comunicacionales todo el vocabulario ecológico que los asesores de imagen, y “markenting medioambiental” puedan añadir. Se Trata en general de tranquilizar a la población o a los consumidores con políticas y/o “lanzamientos-onda- verde”, en las que todo tiende a calificarse de “ecológico” y “sostenible”,ocultando o banalizando las contradicciones, o los verdaderos daños ocasionados y sin mostrar la necesidad de cambiar los criterios de gestión, ni los patrones de comportamiento que originan toda esta problemática. Este discurso económico dominante está contribuyendo a desviar la atención de los principales conflictos ecológicos (y sociales) de nuestra época.
Pero volviendo al rol de la economía, no fue sino hasta los años 50 del pasado siglo en que esta disciplina comenzó con sus primeros esbozos de aproximación e interés por la “problemática medioambiental”.
La teoría económica clásica había considerado desde sus albores ,al agua y al aire, no solo factores de la producción gratuitos sino infinitamente disponibles en la naturaleza, y por ende fuera de todo tipo de consideración y análisis. Esto nunca favoreció un acercamiento de dicha teoría a los problemas medioambientales, hasta que estos empezaron a manifestarse en modo contundente en el mundo industrializado.
Cabe decir que hombre en el desarrollo de su actividades antropógeno-económicas siempre ha contaminado, lo que nunca había sucedido como hasta hoy, es que “el ritmo de sus actividades contaminantes superara en gran medida, a la capacidad de absorción de la tierra y sus ecosistemas”. Siendo este paradigma la base de todos los desequilibrios actuales.
Según la economía ecológica (nueva rama de la economía) el sistema económico necesita entradas de energía y materiales para la producción de bienes y servicios, produciendo dos tipos de residuos: el calor disipado (que junto a los gases, produce el efecto invernadero), y los residuos materiales, que mediante reciclaje pueden volver a ser parcialmente utilizados. Los servicios que la naturaleza presta a la economía humana no están bien valorados por el sistema contable de las contabilidades nacionales, característico de la economía neoclásica.. En efecto, la economía ecológica ha siempre declarado que hay cosas que tienen valor y no tienen precio, como la biodiversidad por ejemplo, que son imposibles de reflejarse en un sistema de cuentas contables como el de la Contabilidad Nacional y por lo tanto jamás se cuantifican las pérdidas.
Las nuevas especialidades de la economía, esto es, la economía ecológica y la medioambiental, ya implantadas en el mundo académico, no han conseguido ecologizar a la economía ordinaria, que sigue orientando en lo fundamental las decisiones sin reparar en los daños ambientales ocasionados. El reduccionismo del discurso económico imperante está ayudando más a encubrir que a analizar y resolver los problemas ecológicos y sociales que acarrea el comportamiento de la civilización industrial. Y ante la mayor sensibilidad de la población hacia estos temas, el mencionado discurso ha incorporado a su retórica la referencia formal a estos problemas: en las campañas de comunicación y lo discursivo–como dijimos- todo es “eco”, “sostenible” y “verde”. Para muchos exponentes del “pesimismo ecológico”, por ejemplo el anciano científico inglés James Lovelock, abandonar todas las practicas contaminantes actuales no nos serviría de mucho, hasta hace unos 50 o 100 años hubiera sido posible hacer algo, pero a estas alturas ya no habría manera de detener el proceso de deterioro inevitable y catastrófico. El padre de la teoría que lleva en nombre de la diosa griega Gaia, dice que es como ir dentro de un bote y estar demasiado cerca de una catarata, por mucho que rememos, no podremos evitar la caída.
Podríamos estar bailando una “dance macabre”, que nos reclasificaría como especie en caso de atentar contra nuestra propia supervivencia: de “homo sapiens” pasaríamos a “homo demens”, así nomás, en una sola vuelta de tuerca.


Fuentes: “The revenge of Gaia”, James Lovelock, copia PDF bajada de Internet. “Lo Mejor de Rosa Montero” Entrevista a James Lovelock, Espejo de tinta Madrid 2006, “Polis” Revista Académica de la Universidad Bolivariana, Venezuela Volumen 1, No. 1 2001.

DEVOLVÈ LA BOLSA

La corrupción en la Argentina es como el ave fénix: siempre se está muriendo, pero constantemente está resucitando (¿O acabo de escribir una ingenuidad?). Las autoridades continuamente la están matando con sus declaraciones oficiales, o parte de la prensa con su silencio cómplice, pero ahí está, volviendo una y otra vez a la vida en los “pequeños” y grandes hechos de la crónica. Algunos como simpáticas notas al pié de página de la historia (¿Se acordará alguien de los pollos contaminados de Ricardo Mazolin sobreseído puntualmente en 1995?) otros como verdaderos tsunamis de filosofía incontinente.... parecidos de Felisa Miceli la ex ministro de economía. Jorge Lanata desde el diario Perfil disparó al corazón del kirchnerismo denunciando el inexcusable y burdo “affaire” de la bolsa de dinero en el baño de la ministro.
Supongo que debe haber un momento maldito en el cual el poder te nubla la mente, se te produce un “black-out” cerebral y entonces lo lícito y lo ilícito ceden lugar a aquello que se puede o no hacer. Ese debe ser el principio, la verdad de la milanesa. Entonces te pueden encontrar 100.000 pesos y 31mil y pico de dólares en el baño de la oficina del ministerio que dirigís y cuando te interpelan al respecto podès –como siguiendo un guión de Enrique Pinti- decir: “Esto es una campaña sucia en mi contra de gente que mueve muchísimos intereses”. “Alguien quiere quedarse con este ministerio”. Debo confesar que frases como estas me llegan al alma, al centro de mi propia e inerme ingenuidad.
Lo dije en un artículo que escribiera para el “cacerolazo” 2001 hay épocas de cinismo y épocas de ideales. Para mí la inequívoca apoteosis del cinismo político en este país fueron los 90, pero estos tiempos tampoco se le queda atrás. El cinismo es un magma desordenado y viscoso semejante a la cima de una montaña, da la impresión de un período terminal, de un “ hasta aquí hemos llegado”, que no permitirá más la vuelta de las ilusiones. Y he aquí la paradoja: cínicamente los tiempos cínicos se hacen pasar siempre por otra cosa y consiguen su obra maestra: “ que quede mal hablar de cinismo” en estos casos. Siendo todo el juego tan cínico, que hay que afrontar la posibilidad de ser ortiba descubriendo o interrogándose sobre lo que pasa.
Y a propósito de impopularidad, dicen que el hábito no hace al monje, ni la barba al filósofo. También se dice que “la manzana más dulce es siempre la primera en pudrirse” y al respecto debo confesar que las denuncias de manejo fraudulento contra la ministro de medio ambiente Romina Picolotti me dejaron helado. La ministro es joven, muy joven. Siendo esta època de la vida en general la época de los idealismos, es decir, de lo no-cínico. “Idealista” en este sentido quiere decir creer en la posibilidad de lo mejor, es decir, de “cambiar el mundo”, de “mejorar la situación”, de hacer un mundo, una argentina en este caso más “ecológica”, mas (si se me permite el oximoron ) “limpia”. La explicación cínica del porqué de este idealismo es “juvenil” es muy simple: el joven es idealista precisamente porque es joven, porque ha vivido poco tiempo y -por lo tanto- no tiene la experiencia suficiente para darse cuenta de que un ideal es “un imposible necesario”, y de que “todo el mundo tiene su precio”. El cínico, decía Óscar Wilde, es aquel que conoce el precio de todo y el valor de nada. Decía, la expresión lánguida con dejo a hippie ( o al menos a chica “flower power”) de la ministro me caía bien, digo... icònicamaente hablando. La mina había trabajado para todo el mundo sensible a la ecología, recibiendo inclusive premios internacionales. ¿Se habrá preguntado alguna vez en el transcurso de su ecológica carrera cuánto oxígeno de nuestra maltratada atmósfera consume un jet privado al llevar una sola personita desde Bs. As a Còrdoba?
Ser cínico implica haber reflexionado sobre la suerte de la honradez y haber concluido que compensa actuar siempre según el propio interés, a veces con la verdad, a veces con la ocultación de la verdad, a veces con el disimulo, a veces con la mentira, a veces con la presentación de la verdad como mentira o de la mentira como verdad.... lo dije al principio y me pesa: también hoy corren tiempos de cinismo. En la curiosa conferencia de prensa ofrecida por Piccoloti para hacer los respectivos descargos sobre las acusaciones de Clarín, la funcionaria no emitió palabra alguna, haciéndose cargo de toda la parte fonética el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Que -dicho sea de paso- diò origen una cosa nueva en el mundo del periodismo: la conferencia de prensa donde no se le està permitido a la prensa hacer preguntas. Da bronca.
Hasta este articulo me da bronca, escribo como si lo único que importara en el mundo es lo que le pasa a la gente que tiene poder. Es esto lo que están diciendo los medios todo el tiempo. Creo el mundo sigue adelante porque hay personas simples que simplemente hacen su trabajo cotidiano y, con una cándida sencillez, realizan cada día el trabajo de creer en un futuro mejor. Es como si la fe de esos “creyentes” sostuviera verdaderamente al mundo. Aún en épocas de cinismo.

domingo, 15 de julio de 2007

EL PETROLEO DE IRAK

Hace cincuenta años Albert Camus escribió: “Vivimos sofocados por gente que cree poseer absolutamente la razón”, el problema surge cuando a la creencia de la razón absoluta, se le suma el sentimiento de poder absoluto...comúnmente llamado megalomanía.
Según un sondeo divulgado por la Newsweek en enero, el 68% de los norteamericanos desaprueban un incremento de las tropas desplegadas en Irak. A pesar de esto, e ignorando que entre las causales de la derrota electoral sufrida por los republicanos se encuentra la guerra en Irak, Bush, aún desoyendo los consejos de la comisión Beker-Hamilton, pretende solucionar el caos reinante en Irak con el envío de 21500 soldados más.
En un acto que en primera instancia parece aunar belicismo e ignorancia, dándole un tiro de gracia a su propia gestión, da la impresión que hay poco tiempo que perder y una estrategia entre bambalinas que concluir. Una estrategia va más allá de conseguir la estabilidad política del país. Que también persigue la estabilidad económica, pero llevándose la mejor parte de la torta (no quise escribir la cáustica expresión “ del botín de guerra”). Y para esto la casa blanca está ciñendo - junto con su aliado Gran Bretaña – una maniobra que incluye la elaboración de una ley que abrirá el preciado y enorme mercado del oro negro iraquí a las compañías extranjeras. Según reveló recientemente el diario británico The Independent, varias petroleras de EEUU y Reino Unido han enviado delegados a Irak para que vigilen el trámite de esta ley y presionen al parlamento iraquí para que la saque adelante.
El propio Gobierno árabe, en boca del primer ministro, Nuri Al-Maliki, anunció al pasado mes de julio ante el congreso de EEUU esta nueva ley, que se espera que vea la luz el próximo mes de marzo. “Irak ha sido una economía centralizada: la estamos transformando rápidamente en otra de libre mercado”, dijo Al-Maliki, tras explicar a los congresistas norteamericanos su intención de levantar “las actuales restricciones a las compañías extranjera para que vengan a Irak”, añadió. Las compañas petroleras occidentales tendrán acceso al crudo iraquí a través de los denominados Acuerdos conjuntos de producción, que les permitirán extraer beneficios de los pozos del país durante un plazo máximo de 30 años, en colaboración con el gobierno de turno. Al mismo servirían para atraer los 20.000 millones en inversiones que necesita al país para llevar su producción de petróleo desde los actuales 1,8 millones hasta los 3 millones de barriles al día aspira a producir en los próximos años, según datos del Ministerio del Petróleo iraquí. De esta forma Irak ostentaría la propiedad legal de las reservas, pero compartiría sus beneficios con las compañías internacionales que, “a cambio”, se ocuparían de la construcción de las infraestructuras necesarias y del desarrollo de la industria. Esta no es una fórmula nueva, es similar a la que funciona en otros países como Arabia, Libia o Argelia. En estos países los derechos de exploración y producción los controla una compañía estatal, que a su vez delega en las grandes petroleras internacionales la explotación de hidrocarburos. A cambio los gobiernos pueden quedarse con el 50 por ciento de los beneficios. En muchos casos, el porcentaje que recibe el estado depende de los precios del crudo.
Los detractores de estos futuros acuerdos de producción que prepara Irak aseguran que se trata de una privatización encubierta, ya que deja en manos extranjeras la principal fuente de riqueza del país. Según un estudio de la organización Oil Chang International, estos acuerdos podrían suponer unas pérdidas de 194.000 millones de dólares y el traspaso de más de dos tercios de sus reservas a petroleras extranjeras. “Los perdedores son los iraquíes”, señala Steve Kretzmann, autor del informe.
Mientras, quienes defienden esta ley argumentan que es la única forma de que Irak inicie de una vez por todas el camino hacia la reconstrucción, tras más de tres años de conflicto ininterrumpido.
Irak nacionalizó el petróleo en 1972. Algunos expertos consideran que es este país, y no Arabia Saudita, quien posee las mayores reservas mundiales de crudo. El problema es que todavía no han sido explotadas en su totalidad. Un informe reciente de la Agencia Internacional de Energía (AIE) asegura que hasta ahora, solo se han explorado el 10 por ciento, mientras que un 60 por ciento de las reservas confirmadas permanecen intactas.
Si finalmente esta ley sale adelante tal y como hasta ahora parece estar planteada, daría argumentos a quienes criticaron que la verdadera razón que llevó a Bush y Blair a iniciar la guerra de Irak en el 2003 no fueron las –jamás encontradas- armas de destrucción masiva que tenía Saddam (ejecutado al mejor estilo del viejo Oeste a pesar de públicas repulsas), sino el multimillonario negocio del crudo y por el cual, se ve, no vale la pena escatimar exhortos.



Fuentes: “El Economista”, Madrid 12 de enero del 2007. “The Independent” edición digital www.independent.co.uk,

LA MODA

La moda o “modo” es ante todo – y etimológicamente- un concepto estadístico. Es el valor de la variable bajo estudio que se repite más veces en el tiempo o –como dicen en estadística- que tiene mayor “frecuencia absoluta”. Si por ejemplo, consideramos el caso de la difusión de los pantalones entre las mujeres, en términos estadísticos solo podría hablarse de moda a partir del momento en que el fenómeno se hace cuantitativamente relevante (durante la segunda guerra mundial) y llega a confrontarse al peso de la tradición, totalmente contraria al uso de esa prenda. Pero para que haya “moda” se necesitan otros dos componentes: 1) La novedad respecto de la situación preexistente 2) La conciencia que se trata de algo totalmente pasajero y efímero. Alrededor de estos dos conceptos gira todo el universo de la moda actual.
En la primera sociedad de la primera revolución industrial, la aristocracia es la que establece los modelos de elegancia y distinción, al cual las clases burguesas (recién llegadas al mercado de los símbolos y la representación social) aspiran. El vestido recién traído de Paris, manifestaba tanto la disponibilidad económica de la familia, como la magnificación de la situación alcanzada. La moda deviene símbolo social de pertenencia ( o de su simulación) a las clases más acomodadas, las que están interesadas en que su apariencia hable a favor de una esencia aún frágil. De esta forma esta moderna cultura de naturaleza industrial, irá creando y difundiendo modelos de comportamiento, donde los caminos paralelos recorridos por la moda y el consumo convergen espontáneamente, dando lugar a este nuevo fenómeno de expresión humana que aún no tiene un siglo de vida. La explosión chispeante de la moda y su ocaso sistemático parecen haber llegado a una perfecta simbiosis con el mundo de la producción en masas, creando una especie de primitiva y poderosa religión. Devoción que necesita de sus dioses y diosas, de mitos y celebraciones que se extienden en ámbitos territoriales cada vez mayores, a escala global y nivel planetario.
La “ceremonia” de la moda –afirma la antropología- es ritual y exorcizadora. Es celebración mítica de la atemporalidad. Exorcisadora del proceso de envejecimiento natural del ser humano, al que se opone con una serie de productos (ropas, cosméticos, alhajas etc.) que nacen y mueren luego de una existencia más o menos perdurable. Y es ritual, porque en sus celebraciones periódicas ( desfiles, presentaciones, eventos etc) asistimos al milagro de la renovación del individuo, de la sociedad y las estaciones, donde la moda es al mismo tiempo sacrificio ritual y medio de salvación. Consiste en una anulación momentánea del sentido del tiempo lineal ( el dios griego Cronos, la flecha del tiempo) y la utilización alternativa de un tiempo sensorial ( Kairós, el dios del instante eterno, de los encantamientos temporales). Una ceremonia está dirigida a todos, pero donde el cuerpo que se usa para representarla, es el cuerpo joven. En efecto el periodo te tiempo biológico mas solicitado por la moda (y la publicidad) para operar este “espectáculo de lozanía” que monta es el de la juventud. El cuerpo de moda es un cuerpo casi ausente (el de la modelo filiforme, filo anoréxica) o narcisísticamente cultivado ( el del atleta, el culturista) pero ante y por sobre todo es un cuerpo joven, dispuesto a afirmar su derecho de pertenencia al mundo de los mitos: el de la eterna juventud.
Pero amén de esto, y aún entendiendo que la industria de la moda genera un efecto multiplicador en la economía, induciendo la demanda de una multitud de factores de la producción (materiales, mano de obra, servicios). Aún entendiendo que en las balanzas de pago de países como Francia o Italia, la moda genera millones, a mí - como muchas otras personas que conozco- me es definitiva y absolutamente ajeno el mundo de la moda. Hay un sector de la humanidad que no entendemos nada sobre modistos, creadores, peluqueros, estilistas y sus cortesanos, profetas, vendedores, apologistas, panegiristas, vestales y adoradores oficiales. Y lo que es peor aún: podemos seguir viviendo perfectamente en nuestra amniótica ignorancia.
Debo decir que a título personal, estoy harto de la visión engreída de ciertos modistos que ( entrevistados obsecuentemente y cual si fueran divas) hablan como si hubieran descubierto ayer la piedra filosofal, el genoma humano, o la esencia misma de la vida. No soporto la opinión de algunos “líderes de opinión”, que levantan la voz con la crasa y burda intención que les tapen la boca con dinero, publicidad o algún tipo de canje. Estoy harto de los “últimos” destinos vacacionales que hay que visitar para estar en “sintonía” con los que “saben”, que –a su vez- inundarán el sitio en los próximos diez años, hasta convertirlo en un cuchitril para luego abandonarlo puntualmente . Estoy harto de cosas “in” y cosas “out”, de listas y puntuaciones clasificando en estrellas las películas, los CD mas vendidos, los libros y restaurantes étnicos “imprescindibles”.No doy más de las portadas insustanciales con titulares inexistentes, cuya axiomática intención no es otra que la de exhibir los glúteos de la descerebrada de turno. No soporto una foto más retocada con Fotoshop, las poses “neodandy” de los galanes plastificados y las biografías ejemplares (con sonrisas de 32 dientes) en las revistas de nuestra farándula de cabotaje. No soporto los grupos de música de imberbes carilindos, resultantes de una estudiada estrategia de màrketing y destinados a los gritos de histeria de niñuelas en plena tempestad hormonal (cualquiera sea el nombre, la forma, el estilo o la nacionalidad que asuman).
Pero sobre todo, lo que me genera perplejidad es “lo que vendrá”. Es el joven-adolescente que emerge de este sistema: un individuo distinto, mimético, inseguro, pendiente de las prescripciones que recibe del exterior, doblegado directa o indirectamente a los dictados del entorno y solo atento a la pelusa de su ombligo. Un individuo cuya máxima aspiración es la de ser aceptado y por lo tanto normalizado, que se realiza en el acto mismo de consumir, o sea proclamando esta neo-religión de productos con fecha de obsolescencia planificada.



Fuentes: Volli, Ugo “Contro la moda”, Feltrinelli, Milano 1989, J.M Pèrez Tornero “La seducción de la Opulencia”, Piados Barcelona 1992.

EL McMUNDO


Estamos rodeados de ídolos globales, de películas que todo el mundo ve, de best sellers que todo el mundo lee, de canciones que todo el mundo escucha y tararea. De caras, de nombres, de marcas, de modas y modelos que todos conocemos. Estamos acostumbrados a encontrar productos de atractivo planetario, campañas de marketing de refrescos de cola en 30 idiomas, héroes y villanos universales, estrellas para todo tipo de público, clase social y poder adquisitivo.
Algo debemos tener en común los seres humanos para experimentar esto que ni siquiera las religiones de la humanidad han podido lograr durante milenios: la comunión global que nos une ante las películas de Spilberg, ante un Ferrari Testa Rossa, ante el último hit de Madonna, o el último libro de Bucay.
Da la impresión que a todos nos gusta lo mismo, que a todos nos emociona lo mismo y esto explicaría el éxito de las franquicias, esos negocios replicantes que se extienden por todo el mundo como copias idénticas de si mismos. De todos ellos hay uno emblemático, perteneciente al sector de las comidas rápidas, con ingentes repercusiones no solo en la economía, si no en la cultura urbana global.
Primero en los Estados Unidos y luego en el resto del mundo, los establecimientos de comida rápida se multiplicaron y multiplican a una velocidad vertiginosa.
Eric Schlosser en su libro “Fast Food Nation”[1] nos dice que los norteamericanos gastan más en este tipo de dieta que en cine, educación universitaria, computadoras, coches nuevos, libros (por supuesto), revistas, videos y CD, todo junto. Todo esto ha convertido a la Mc Dolnald­'s no solo en el líder indiscutido del sector, sino la marca más reconocida del planeta: se abren unas 2000 al año en distintos puntos del mundo. “Los valores, los gustos, las prácticas industriales de la comida rápida americana se están exportando a todos los rincones del globo, ayudando a crear una cultura internacional homogeneizada que el sociólogo Benjamín R. Barber ha denominado McMundo” [2]. Es que detrás de un gesto tan frívolo como el de comerse unas papas fritas con ketchup, o una hamburguesa puede esconderse la poderosa seducción que ejerce sobre nosotros el poder de la uniformidad.
Nos da confianza conocer el producto de antemano, que los establecimientos repitan la misma decoración, la presentación y el embalaje estemos donde estemos. Quizá por eso hasta exista una diploma-turra en “hamburguesología”.... La Universidad de La Hamburguesa se encuentra en Oak Brook ( Illinois y cuna de la Mc Dolnald­'s) allí se preparan para alimentar al mundo cada año unos cuantos miles de encargados, franquiciados, y ejecutivos de todo el mundo ansiosos de saberlo todo sobre el misterio de la carne molida. Solo que para recibirse en esta especialidad no hace falta estudiar mucho: dos semanas son màs que suficientes para desasnarse sobre el “universo hamburguesa”. Cuanto màs simple y màs indiscutible, mejor para el negocio.
El funcionamiento de estos negocios hereda su mecánica de trabajo de la cadena de montaje fordista y de la organización científica del trabajo de Taylor. En efecto, las cocinas no parecen tales sino circuitos de montaje en cadena donde se unen el pan, la carne, la lechuga, el tomate y las semillas de sésamo. Todo bajo las manos de obreros que realizan una única función repetitiva y sin pensar demasiado. Nadie excepto la marca es responsable del sabor de una Big Mac. Esta filosofía comercial solo es comparable a otra concepción del mundo igualmente universal y soberana: La magia de Disney. Los paralelismos entre ambas visiones de negocios son recurrentes y exceden las posibilidades del presente artículo analizarlas. El mundo Disney encarna el ideal del cielo en la tierra, un espacio purificado donde solo tiene cabida los sentimientos positivos. Al igual que el Edén se trata de un reducto cerrado y paradisíaco donde con tan solo cumplir con un par de preceptos básicos ( no morder la manzana y pagar la entrada de admisión) se alcanza el derecho a la felicidad infinita. Los autores antes citados hablan de customización, teatralización, McDonalización de la realidad. Nunca el mercado mundial se pareció tanto, pero nunca –también- hubo tantos productos como ahora. La variedad de modelos, talles, colores, acabados y opciones son casi infinitas. El mercado lo permite todo, solo es cuestión de saber buscar. Bueno, eso si lo que queremos es solo sentirnos diferentes. Porque muchas veces buscamos lo contrario, la fusión masiva de la cultura McDonald's, el espectáculo compartido con ciento de millones de terrícolas, la disolución en la multitud, ya que tenemos internalizado que si algo es aprobado por la inmensa mayoría, no puede ser tan malo. Ya sabe, el famoso dicho: “coma....... millones de moscas no pueden estar equivocadas”.

[1] Eric Schlosser, Fast Food Nation. The Dark Side of the All American Meal, Houghton Mifflin Company, Nueva York, 2001, pag 3 y 299.
[2] Benjamín R. Barber, Jihad vs. Mc World, Atlantic Monthly, marzo de 1992

miércoles, 11 de julio de 2007

ETANOL Y MEDIOAMBIENTE

Hace poco visitó la Argentina Al Gore con su famosa campaña referida al calentamiento global. El ex gobernante ha adquirido más fama mundial luego que el documental “Una verdad inconveniente” (al que recomiendo absolutamente ver ) ganara un Oscar, que cuando fuera vicepresidente de la administración Clinton. Lo que sorprendió fue la reacción de distintas organizaciones ambientalistas que, montando bicicletas, usando máscaras sanitarias y pancartas alusivas, gritaron consignas contra las multinacionales que “transformarán al planeta en un desierto”. Es que el discurso de Gore cerró el primer congreso americano sobre biocombustibles, apoyando con su alocución el uso de los mismos. Según el norteamericano, el consumo masivo de etanol, especialmente el producido a partir de la caña de azúcar, parece ser una opción mucho más razonable que el de la nafta. El etanol es más limpio, más renovable y la energía que se requiere para destilarlo, se obtiene a partir de la cáscara de la caña de azúcar. Esto genera una serie de subproductos que pueden utilizarse como nutrientes del suelo y da empleo a una vasta gama de mano de obra.
América Latina estaría muy bien posicionada para convertirse en líder mundial en la producción de biocombustibles. Recordemos que Argentina es tercera productora mundial de soja y Brasil segundo en etanol de caña.. En el país carioca un millón de trabajadores devengan su salario directamente de la industria azucarera, mientras que otro millón y medio lo hacen en forma indirecta. Y si USA eliminara los aranceles de importación, los productores regionales verían aumentado en forma sustancial sus ingresos.
Gore en el congreso no pudo dejar de reconocer los inconvenientes del uso del etanol, esto es, nadie ignora que es un treinta por ciento menos eficiente que la nafta común, su uso creciente requiere la adaptación de los motores, y es necesario consagrar grandes extensiones al cultivo de la caña, lo que acarrea el peligro de no solo una disminución innecesaria de bosques con su toda biodiversidad, sino la disminución de alimentos disponibles para los seres humanos.
Los tábanos socráticos de estas latitudes ya han alzado sus voces, y dicen no habría que olvidar dos cosas: a) Las lecciones de la historia b) No olvidar que detrás del ecologista Gore, se esconde un animal político con ambiciones presidencialistas. Justamente en el país que no escatimara en desatar la primer guerra de la historia, por la posesión de una de las fuentes de petróleo más importantes del planeta.
Respecto del primer ítem, la historia debiera servir (como decían los antiguos griegos) para aprender sobre la virtud y para no repetir los errores que en ella se cometieron. Por dar un ejemplo: en el siglo XVI, el imperio español, por entonces el màs poderoso del planeta, calculó mal el costo real de la explotación de las colonias americanas y comenzó a cavar su propia fosa, a escribir su propio “principio del fin”. España estaba confundida y embelesada por el río de oro y plata que cruzaba el Atlántico hacia sus arcas. Aquejada por una constante falta de liquidez, la corona jamás se percató que el esfuerzo económico que significaba armar flotas, construir centros urbanos y fortificaciones militares era inmenso. Mantener todo esto con colonos y soldados destinados a la explotación de unas minas remotas, era una actividad totalmente ruinosa, donde las inversiones resultaban infinitamente mayores que los beneficios obtenidos. La anécdota histórica se me antoja perfecta para ilustrar el error que significaría tomar decisiones importante en materia de energía, tomando en cuenta solo el precio del petróleo, frente a lo que valen en el mercado el etanol u otras formas de combustibles. ¿Cuánto cuesta mantener decenas de miles de soldados listos par intervenir en el Medio Oriente si se cierran los oleoductos sauditas? ¿Cuánto costó la primera Guerra del Golfo (1990)? ¿ No fuè la mala resolución de ese conflicto, el preámbulo de la Segunda Guerra del Golfo (2003) que ya se ha tragado quinientos mil millones de dólares y 3500 vidas norteamericanas?
Gore, embajador energético-ecológico de buena voluntad en el mundo, sabe que la dependencia del petróleo importado tiene para los Estados Unidos un altísimo costo, además de colocar la estabilidad del país mas poderoso del mundo, en manos tan “poco fiables” como las de Iraq , Venezuela, Nigeria, Rusia y Arabia Saudita. ¿Acaso se han olvidado que la famosa crisis del petróleo de principios de los setenta, trajo como consecuencia un brutal aumento de los intereses, la destrucción del capital en la Bolsa, y una recesión sin precedentes? No lo creo. ¿Por qué –entonces- exponerse a una catástrofe similar y no ir abriendo oportunamente el paraguas del etanol con los olvidados y subdesarrollados pibes de Sudamérica?
¿Dónde nos deberíamos meter el etanol (me pregunto) y las miles de hectáreas cultivadas con caña si –en propias palabras de Gore con su discurso de cierre- “los casquetes polares se derritieran, el nivel de las aguas subieran un metro y hubieran 100 millones de desplazados” a los que alimentar? “Si dejamos que esto ocurra” -sentenció el norteamericano - “sería la decisión menos ética y más inmoral de todas las que ha tomado la humanidad, en la crisis más peligrosa que hemos enfrentado jamás como civilización”...

lunes, 9 de julio de 2007

LA GENERACIÓN “YO

Jean Twenge, psicólogo de la universidad de San Diego, California, que consagró más de un año ( de los últimos seis del milenio) a la realización de un estudio sobre una población de 16.000 estudiantes de secundaria en los Estados Unidos. Ha titulado al resultado de sus fatigas : “Generación Yo: Por que hoy los jóvenes estadounidenses son más seguros, asertivos y –como nunca antes- más egoístas”.
Según la proposición del experto norteamericano –por mucho- “los jóvenes nacidos después de 1982, son la generación más narcisista en la historia reciente” de este país. Frases como “creo que soy una persona especial”, “puedo vivir mi vida como me da la gana” y “me gusta ser el centro de la atención”, fueron las respuestas más frecuentes dadas por los jóvenes en el sondeo del psicólogo.
Twengue afirma que las personas muy narcisistas, o aquellos que se caracterizan por tener una excesiva admiración de sí mismos, suelen ser más agresivos cuando insultan, cuando compiten en cualquier ámbito de la vida, o buscan permanentemente el reconocimiento del público. El estudio arrojó que los pibes que están hoy en la secundaria, son un 30% más narcisistas que los jóvenes pertenecientes a las generaciones predecesoras, conocidas como las “Baby Boomer” y “Generación X”. Estas conclusiones han sido aventajadas por estudios de las universidades de Michigan, Georgia y Alabama de sur, donde –a diferencia de Twengue- han bautizado a este colectivo como las generaciones “You tube” o “My space”, afirmando que estos jóvenes (hoy rondan los 20 años) son los más narcisistas de la historia social contemporánea de los Estados Unidos. El problema para nosotros los argentinos es que -como sabemos- lo que hoy es “tendencia” en USA, será mañana “moda” en Argentina y toda Latinoamérica.
Pero estos chicos -y parafraseando a Borges– “al igual que el universo y su infinita concatenación de causas y efectos”, constituyen una causa y una consecuencia al mismo tiempo. Una consecuencia porque no aparecen en medio de la nada: una cultura sensorial repleta de cuerpos glorio­sos, sapiencia hedonista, impacto visual (y publicidad encubier­ta) los ha precedido. Una cultura indiscutiblemente ególatra y audiovisual, enamorada de las imágenes que proyectan miles de millones de pantallas en todo el planeta, hace ya años que conspira a favor de la creación de un sueño embriagador, que paraliza el pensamiento y anestesia el alma con su seducción mediática.
Un fetichismo audiovisual, con nuevos tótems ante los que se inclinan los neo-devotos de esta cultura epidérmica en la que solo importa lo que se ve, reina soberano entre estos jóvenes. Y es aquí, en medio de este hábitat, donde hace ya años que el ciudadano, el habitante de la “civiltas” (la urbe, la “polis”) está siendo sustituido por “el consumidor”, embelesado, atontado y a su vez consumido, por la carrera hacia la satisfacción de deseos que se multiplican como las serpientes en la cabeza de la Medusa. Consumir como un fin, por y en sí mismo.
Y es que nunca antes en la historia de la humanidad, todo los valores de una civilización (entendida como mecanismo de convivencia y superación) han sido supeditados a lo económico, a los dictámenes del mercado, al consumo como un valor en sí.
América se sorprende ante esta generación que navega por la vida siendo incapaz de sentir un compromiso fuerte con otra cosa que no sea el propio ego. El narcisismo puede hacernos sentir bien y puede ser explotado para conocer a otras personas, y para presentarse en castings de programas como American Idol o Gran Hermano, pero inevitablemente esta actitud, cuando se generaliza, acarreará situaciones negativas para la sociedad en su conjunto. Es solo cuestión de tiempo.
Generaciones como la del “mayo francés” , con un fuerte compromiso social, motivadas por el ideal de un mundo mejor (y virulentamente combatidas por el estàblishment ) hoy evocan la nostalgia de una època en vìas de extinciòn.
Los nuevos movimientos contestatarios de los antiglobalización, nacidos en EEUU y Canadá, parecen un anuncio de cambio en las conciencias, pero el movimiento antiglobalización es digno hijo de su tiempo y posee en su ADN el mismo genoma desbaratado de esta época. Es un movimiento sin cabeza y sin una alternativa clara, acaso sin futuro. Pero quizá haya que esperar varias propuestas sin un rumbo claro, para que el mundo defina un rumbo eficaz a seguir. Aunque –coligamos- es poco esperable que esa propuesta venga de parte de uno de estos nuevos pibes de la “generación yo”. Porque algún día llegarán a los 40, y llegará el inevitable momento de tomar las grandes decisiones de un tiempo que –como mínimo- tendrá gravísimos problemas ecológicos. Un día dejarán de ser la consecuencia de una cultura para convertirse en la “causa” de un mundo nuevo..¿Será ese el principio del fin de la civilización del “American way of live”? ¿O el comienzo de un mundo mejor?.